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Descubre cómo degustar un vino correctamente según iDealwine

En el amplio y variado mundo de la enología, la tecnología puede resultar algo confusa, especialmente para aquellos que no están tan familiarizados con el vino. ¿Cómo se degusta un vino correctamente? El equipo del portal iDealwine ha decidido explicarlo de forma simple, compartiendo las bases de la degustación.

Existen tantas maneras de degustar como degustadores existen. Meterte en este universo es como adentrarte en un mundo muy vasto. Todavía, es más fácil de lo que parece. Si estás disfrutando mientras degustas, ¡es porque tu método es el correcto! Confusión surge de esta diversidad, pero la experiencia te permitirá desarrollar tu propio método de degustación.

El Lenguaje Visual

No subestimes el poder de la vista cuando se trata de degustar un vino. Examinarás las burbujas en una copa de champán o el color de un antiguo Sauternes. Pero olvídate de esos cuentos de piernas o lados: son prácticamente inútiles. El examen visual realmente nos da poca información. El color del vino puede indicar si un vino es más o menos concentrado, pero hay numerosas excepciones. Algunas variedades de uva, como la garnacha, pueden ser poco tintureros y producir vinos llenos de cuerpo. En este contexto, la fase visual sólo resulta verdaderamente útil en una cata a ciega: puede proporcionarnos una indicación sobre la edad del vino. En lugar del color, lo que importa son los reflejos.

Un vino blanco mostrará reflejos verdes, luego plateados, dorados y finalmente bronceados, mientras que un vino tinto ofrecerá reflejos de color cereza o frambuesa que evolucionarán hacia tonos teja. Además, dependiendo de cómo sostengas la copa, el vino impactará en diferentes lugares dentro de tu boca, lo que a su vez influirá en cómo percibes los diferentes sabores y sensaciones.

El Olfato, un aliado indispensable

El sentido del olfato es crucial en la degustación de vinos. Este se analiza en dos momentos distintos. Primero está el «primer olor», donde hueles el vino sin airearlo, es decir, sin mover la copa. Generalmente, este olor es bastante tenue. En realidad, es así como se detectan los defectos del vino. Como los aromas aún son bastante discretos en esta etapa, los defectos «saltan a la nariz», como el famoso sabor a corcho, que también es muy perceptible en el olfato.

En segundo lugar, tenemos el «segundo olfato». Este implica airear el vino, lo que normalmente libera y intensifica sus aromas. Si no hueles nada, puede que el vino necesite un poco más de aireación. Es útil mover la nariz alrededor de la copa para coger diversos aromas. Podemos agrupar tres tipos de aromas:

1. Los aromas primarios: provienen de la uva.
2. Los aromas secundarios: se originan durante la fermentación.
3. Los aromas terciarios: son los que nos llegan de la crianza del vino en barrica.

El gusto, la última parada

Es vital pivotar el vino en la boca para decodificarlo completamente. También se recomienda aspirar aire al mismo tiempo que se degusta el vino para airearlo. No es de mala educación hacer ruido al degustar vino! Al probar un vino, es importante prestar atención a tres aspectos:

1. El ataque: analizamos principalmente su potencia, es decir, si es marcado o suave.
2. El medio del paladar: es en este momento cuando se despliegan los sabores en la boca y cuando podemos analizar la acidez en los vinos blancos y los taninos en los vinos tintos.
3. El final: nos fijamos en hacia qué sabores evoluciona el vino y, sobre todo, en cuánto tiempo persiste el sabor en la boca después de haberlo ingerido.

Podemos reconocer un gran vino por su capacidad para evolucionar en la boca y persistir incluso después de haberlo ingerido.

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