Isole e Olena: La joya vitivinícola del Chianti Classico
Situado en el deslumbrante corazón del Chianti Classico, entre viñedos y olivares, se encuentran los pueblos de Isole y Olena. Separados solo por un kilómetro, estos pueblos se han convertido en emblemas de excelencia enológica, gracias a la homónima bodega Isole e Olena.
Desde las tierras del Mezzadría hasta el renacimiento del Chianti Classico
Corría el año 1956 cuando Francesco De Marchi, abogado piamontés con una pasión rotunda por la tierra, adquirió los dos pueblos de Isole y Olena, eminentes en aquel entonces por ser la cuna de un próspera comunidad de mezzadría entregada a la producción de vino de alta calidad. Con la dirección de De Marchi, la empresa inició una transformación metódica hacia técnicas vitivinícolas modernas, abandonando el sistema de mezzadría, el cual fue abolido definitivamente por ley en 1974.
El cambio decisivo se dio en 1976, con la llegada de Paolo De Marchi, entonces joven hijo de Francesco, quien tomó las riendas de Isole e Olena. Carismático e innovador, Paolo De Marchi fue el protagonista indiscutible del resurgimiento del Chianti Classico. Su filosofía productiva, basada en el rigor y el respeto por el territorio, se tradujo en elecciones arrojadas y visionarias, como la selección y vinificación separada de las uvas, destacando su preferencia por utilizar sangiovese puro sin mezcla de uvas blancas y rojas.
La continuación de una tradición
Durante muchos años, la familia De Marchi ha representado el alma de esta empresa. En 2022, la propiedad pasó a manos del grupo familiar independiente EPI, liderado por Christopher Descours, ya conocido por sus inversiones en la excelencia enológica toscana como Biondi-Santi en Montalcino. Este traspaso marcó el inicio de una nueva era con la llegada de Emanuele Reolon al puesto de director de la finca. Reolon, a pesar de aportar un soplo de frescura y nuevas ideas, mantuvo un profundo respeto por la tradición y la identidad geográfica de sus vinos, siempre reconocibles por su elegancia y complejidad.
Isole e Olena es una finca de 320 hectáreas, de las cuales 220 están cubiertas por bosques y 56 son viñedos, situados en la ladera occidental de la denominación. Los viñedos varían en altitud entre los 300 y los 500 metros y descansan sobre terrenos de origen pliocénico ricos en esquisto arcilloso, alberese y arenisca, esta última especialmente dotada de micronutrientes que otorgan a los vinos un carácter mineral y una complejidad aromática inconfundible. El clima templado, con importantes variaciones de temperatura entre el día y la noche, favorece una maduración óptima de las uvas.
Así, esta finca ha producido vinos elegantes, equilibrados y longevos, expresión auténtica del terroir chiantigiano, manteniendo en alto el prestigio y la historia de la viticultura italiana.