En los Colli Euganei, una región vitivinícola de la región de Véneto en Italia, ha nacido una innovadora propuesta enológica. La enóloga Elisa Dilavanzo, propietaria de la bodega Maeli, ha creado un vino resistente al paso del tiempo a partir de microvinificaciones de diferentes cosechas y varietales. Los vinos resultantes, llamados La Donna Cavatappi, se revelan como un corte entre tradición y experimentación.
Un vino atemporal y variado
En el podere Pirio, situado en Luvigliano di Torreglia y flanqueado por las colinas de origen volcánico de los Colli Euganei en el área de Terre Bianche, se cultivaron las uvas que dieron vida a estos vinos. Las variedades que Maeli ha utilizado varían de año a año, y se seleccionan para aportar y resaltar las características únicas de cada cosecha.
Además de su producción clásica del Moscato Giallo, vinificado de manera singular en cinco versiones diferentes, y el Carmenere, que caracteriza a los dos tintos bordeleses de la bodega, Maeli ha lanzado los vinos La Donna Cavatappi. Estos se clasifican en dos categorías: un vino blanco y un vino tinto, ambos productos del proyecto Cavatappi.
El proyecto tiene como objetivo «descorchar» las diversas uvas de la finca, de diferentes añadas, que se mezclaron en la bodega para dar vida a la mezcla de Bianco Cavatappi y Rosso Cavatappi. Estos vinos combinan variedades locales del territorio Euganeo y variedades internacionales presentes por tradición, llegando incluso a algunas que son excepcionales en los Colli Euganei.
Partiendo de esta vasta paleta de uvas, Elisa Dilavanzo ha elaborado vinos sin preocupaciones y sin edad, que trascienden el lugar y el tiempo. La intensión es que sean vinos de mesa, de la cotidianidad, para disfrutar sin las limitaciones de denominaciones, varietales y cosechas. Un vaso de blanco y un vaso de tinto para levantar en compañía y en la mesa, el lugar y el espacio de encuentro por excelencia.
La imagen que adorna las botellas de los vinos La Donna Cavatappi es obra del artista Giampaolo Atzeni, quien es reconocido por su pop metafísico y su simbolismo onírico. La inspiración vino de una noche de verano en la casa del artista en Roma, donde Elisa había llevado algunas de sus botellas más interesantes desde los Colli Euganei. La gestualidad de Elisa al abrir esas botellas y un antiguo sacacorchos inspiraron el cuadro de Giampaolo Atzeni, una mujer surrealista y sensual, que baila en una sola pierna para abrir cada botella.
