En lo más profundo del Priorat, una región caracterizada por su suelo de pizarra, una historia de renacimiento y esfuerzo humano ha dado vida a una de las bodegas más icónicas de España: Clos de l’Obac. Desde sus humildes comienzos hasta convertirse en un referente mundial, esta bodega es el ejemplo perfecto de cómo la tradición, la innovación y el compromiso con el medio ambiente pueden converger para crear vinos excepcionales. ¿Cuál es su secreto? Una mezcla única de pasión, respeto por el terruño y una filosofía que prioriza la calidad sobre la cantidad.
Un viaje al pasado: el nacimiento de los «Nuevos Priorat»
La historia de Clos de l’Obac está intrínsecamente ligada al movimiento conocido como «Los Nuevos Priorat». En los años 80, el Priorat era una región olvidada y en declive, con viñedos abandonados y una población en descenso. En este contexto, dos visionarios, Carles Pastrana y René Barbier, decidieron devolverle la gloria a la región. Junto a socios europeos, emprendieron un proyecto ambicioso: recuperar antiguos viñedos en Gratallops e introducir variedades de uva como Shiraz, Merlot y Cabernet Sauvignon, que hasta entonces no eran comunes en el área.
El esfuerzo dio sus frutos en 1989, cuando se elaboró la primera cosecha colectiva. Este hito marcó el inicio de un cambio radical en la percepción del Priorat en el mundo del vino. Solo dos años después, los vinos de Clos de l’Obac, correspondientes a las añadas de 1989 y 1990, fueron incluidos en la Guía Mundial del Vino Slow Food, que los posicionó entre los 150 mejores vinos del mundo. Este reconocimiento no solo impulsó a la bodega, sino que también colocó al Priorat en el mapa de las grandes regiones vitivinícolas internacionales.
Hoy en día, el Priorat cuenta con más de 100 bodegas y una denominación de origen calificada (DOQ) que avala la excelencia de sus vinos. Sin duda, el legado de los «Nuevos Priorat» es un ejemplo de cómo la visión y el trabajo conjunto pueden transformar una región entera.
Viñedos únicos y una paleta de variedades inigualable
El éxito de Clos de l’Obac no solo radica en su historia, sino también en las características únicas de sus viñedos. El Priorat es una región donde la geografía y la edafología juegan un papel crucial. Sus suelos de pizarra, conocidos localmente como «llicorella», y su clima seco contribuyen a una baja productividad. Sin embargo, lo que podría considerarse una desventaja se convierte en una fortaleza: la relación piel/pulpa de las uvas resulta en vinos de gran estructura, potencia y capacidad de envejecimiento. En palabras de los propios representantes de la bodega: «Lo poco, pero sublime».
Cuando Carles Pastrana y su equipo llegaron al Priorat, predominaban variedades tradicionales como la Garnacha y la Carinyena. Sin embargo, la revolución de los «Nuevos Priorat» trajo consigo la introducción de nuevas variedades aprobadas por el Consejo Regulador de la DO. Hoy en día, se cultivan uvas tintas como Cabernet Sauvignon, Syrah, Pinot Noir y Merlot, y blancas como Garnacha Blanca, Pedro Ximénez y Viognier. Esta diversidad permite a la bodega elaborar vinos complejos, equilibrados y con una personalidad única.
Un enfoque artesanal con innovación constante
La filosofía de Clos de l’Obac se basa en un principio sencillo pero poderoso: respetar la naturaleza y no intervenir más de lo necesario en el proceso de elaboración del vino. En el Priorat, donde las condiciones climáticas y del terruño ya son excepcionales, el objetivo no es hacer un buen vino, sino asegurarse de no estropearlo.
Para ello, la bodega combina prácticas tradicionales con innovaciones que garantizan la calidad. La fermentación y la crianza en barrica se llevan a cabo con un cuidado meticuloso, asegurando que cada etapa del proceso resalte las características únicas de las uvas. Sin embargo, el cambio climático ha introducido nuevos desafíos. «El clima está desbocado, y nuestro gran reto es adaptarnos sin comprometer la calidad», explican desde la bodega.
La creatividad y la flexibilidad son fundamentales para decidir cuándo y cómo vendimiar. Estas decisiones, aparentemente pequeñas, son las que marcan la diferencia entre un vino bueno y uno excepcional.

Compromiso con la sostenibilidad
En una región como el Priorat, donde los suelos son frágiles y propensos a la erosión, el respeto al medio ambiente no es una opción, sino una necesidad. Clos de l’Obac ha adoptado prácticas que minimizan el impacto ambiental, como el uso de terrazas que permiten trabajar mecánicamente sin dañar el terreno. Además, la bodega ha logrado optimizar el laboreo en zonas de pizarra más ricas, mejorando la calidad de la uva y garantizando la sostenibilidad a largo plazo.
Este enfoque no solo beneficia al medio ambiente, sino que también resuena con un segmento de consumidores cada vez más interesado en productos «sublimes» en lugar de masivos. Para los amantes del vino, la calidad de una botella de Clos de l’Obac no es solo una cuestión de sabor, sino de valores.
Una estrategia de mercado exclusiva
En un mercado competitivo como el del vino, Clos de l’Obac ha encontrado su lugar al enfocarse en un nicho exclusivo. Con producciones limitadas y costos elevados, la bodega apunta a consumidores que no solo aprecian la calidad, sino que también buscan una experiencia sensorial única. «Abrir una botella es como abrir un diálogo», explican desde la bodega, destacando la conexión emocional que establecen con sus clientes.
El posicionamiento se basa en la excelencia, y esta filosofía se refleja en cada aspecto del proceso: desde el viñedo hasta el momento en que el vino llega a la copa del consumidor.
Mirando al futuro: retos y oportunidades
El cambio climático es, sin duda, el mayor desafío para Clos de l’Obac. Con una producción que ha disminuido a 0.5 kg por cepa en los últimos años, la bodega ha adoptado una postura prudente respecto a la expansión. En lugar de centrarse en crecer, el objetivo es mantener y mejorar la calidad del viñedo, asegurando que cada cosecha sea digna de su reputación.
Además, Clos de l’Obac se distingue por su paciencia: sus vinos no salen al mercado hasta haber envejecido 10 años, un enfoque que refleja su compromiso con la excelencia.
2025: optimismo y calidad como pilares
El objetivo de Clos de l’Obac para 2025 es simple pero ambicioso: mantener la confianza y el optimismo mientras se sigue trabajando para enfrentar los desafíos climáticos y del mercado. Como dicen en la bodega: «Descorchar una botella de vez en cuando también ayuda».
Con una combinación de historia, innovación y compromiso, Clos de l’Obac es más que una bodega: es un testimonio de lo que se puede lograr cuando la pasión y la visión se unen. Cada botella cuenta una historia, y cada sorbo es una invitación a ser parte de ella.