En el laberinto de sabores y aromas que dibuja la viticultura, la diversidad de expresiones que encontramos en los vinos de Alsacia se alza como una singladura de descubrimiento para el paladar. Las particularidades de estos caldos, sus variables concentraciones de azúcar y los distintos cepajes que los componen, pintan un cuadro maridaje que invita a un viaje por un universo de sensaciones.
Un viaje a la Alsacia a través de sus vinos
Encontramos en el riesling un estandarte del universo vinícola alsaciano. Considerado uno de los grandes cepajes blancos de Francia y de Europa, los vinos secos de riesling se perfilan como caldos finos, equilibrados y definidos, que expresan notas más minerales tras algunos años de guardia. Este cepaje es un aliado perfecto para las delicias del mar, maridando con platos de pescado, mariscos, sushi, salmón, caviar u ostras gratinadas. Excelente también en combinación con aves rostizadas o quesos curados como el comté o el parmesano.
Además, encontramos el intrigante sylvaner, con una expresión aromática menos compleja que el riesling, pero siempre fresco y fino. Sirve como un válido acompañamiento para ostras, gambas, calamares fritos, sushi, ensaladas mediterráneas y embutidos.
La paleta de sabores se expande con el pinot gris, un cepaje con una expresión aromática más alegre y un paladar parfumado. Este vino se alinea con platos de cocción lenta basados en la crema (pescado, aves y carnes blancas), maridándose también elegantemente con foie gras fresco a la plancha, risotto con morillas y platos de la cocina cantonesa.
Embriagadores sabores de Alsacia
El gewurztraminer, famoso por su versión «seca», resulta un precioso acompañante para quesos con carácter como el munster, maroilles, pont-l’évêque o livarot, además de los quesos azules. Es también un gran compañero de la cocina aromática asiática (especialmente la tailandesa) o de la cocina ligeramente condimentada.
No puede faltar el pinot blanco, que a menudo se fusiona con el Auxerrois. Es a menudo un vino delicado, fresco y suave. Se vuelve protagonista de aplauso cuando se sirve con mariscos y crustáceos, o con aves en salsa sutil como el blanquette de ternera.
Los vinos cosechados tarde en Alsacia, en su mayoría de riesling, pinot gris o gewurztraminer, lucen su sabor especialmente con terrinas de foie gras, foie gras fresco a la plancha con airelles, quesos azules y, por supuesto, numerosos postres como tartas de frutas.
Por último, el pinot noir, con notas de frutas rojas, especialmente cereza, una frescura mezclada con la intensidad de las notas y un paladar aterciopelado. Estos tintos alsacianos, pequeños gigantes que no tienen nada que envidiar a sus vecinos borgoñones, ofrecen un encuadre perfecto para un fino pâté en croûte, una costilla de buey a la parrilla o un magret de pato.
En resumidas cuentas, los vinos de Alsacia proponen un abanico gustativo impresionante que se adapta a los más diversos maridajes, dando rienda suelta a experiencias culinarias únicas.