En el competido mercado internacional del vino, las cifras de las industrias nacionales hablan de su desempeño y nos dan una idea de las preferencias cambiantes de los consumidores. Un buen ejemplo de ello es el último dato registrado de la industria vitivinícola argentina, donde se evidencia una contracción significativa. En cifras exactas, los ingresos generados por la exportación de vino argentino ha descendido un 17,2% hasta situarse en los 652 millones de dólares.
Esta baja en las ventas no es un fenómeno exclusivo de Argentina, sino un reflejo de las dificultades que la industria del vino afronta a nivel global, debido a factores externos como la pandemia o las tensiones comerciales internacionales. Cierto es que, la argentina no es una industria cualquiera, sino una de las más veneradas a escala global, en particular por la excelencia de su variedad emblemática, el vino Malbec.
Puede ser útil desglosar a grosso modo las principales razones de este descenso en términos numéricos:
1. La creciente competencia de otras regiones vinícolas emergentes.
2. El impacto económico devastador de la pandemia del COVID-19.
3. La reducción general del consumo del alcohol a nivel global.
4. Tensiones comerciales y aranceles a la exportación implementados por países importadores.
Argentina lleva décadas siendo un referente en la producción de vinos de calidad, especialmente con el vino Malbec como insignia. La caída en las ventas es una coyuntura difícil, pero la capacidad de escuchar al mercado y adaptarse a las nuevas circunstancias sigue manteniendo a la industria argentina en una posición relevante en el ámbito vitivinícola.
Incluso con estas dificultades, la exportación de vino argentino a distintos mercados internacionales sigue congregando a una numerosa legión de consumidores fieles, dispuestos a apreciar el arte que encierra cada botella. La perspectiva sigue siendo positiva y los expertos confían en que con la remisión de las condiciones adversas actuales, las ventas se recuperarán.
