Aunque la Real Academia Española (RAE) define el vino como una bebida proveniente del zumo de uvas, fermentado de manera natural, también admite una segunda acepción. Esta permite llamar «vino» a aquellas bebidas fermentadas que, aunque no provienen de la uva, siguen procesos similares de fermentación. Así, vinos de miel, palma, piña o caña de azúcar enriquecen la oferta gastronómica y abren una puerta a nuevas experiencias para el paladar. Veamos cinco de estos “vinos” que desafían las convenciones y demuestran que el universo vinícola no tiene límites.
Vino de miel: el hidromiel que resurge en La Rioja
El hidromiel, una bebida fermentada a partir de agua y miel, se remonta a tiempos antiguos. De hecho, es anterior al vino y a la cerveza. En La Rioja, el sumiller Carlos Echapresto, galardonado con el Premio Nacional de Gastronomía, ha recuperado esta bebida ancestral con su proyecto Moncalvillo Meadery. En colaboración con el apicultor Sergio Sáenz, Echapresto elabora hidromieles con miel de colmenas propias, cultivadas en Daroca de Rioja. La influencia del terruño y el año de producción otorgan a estos vinos de miel una identidad única.
Las hidromieles de Echapresto van más allá del simple dulce. Su gama incluye opciones secas y dulces, envejecidas en barrica de roble, cuyos matices recuerdan al whisky o al jerez. Además, son bebidas bajas en alcohol, sin gluten y ofrecen un sinfín de posibilidades para maridar. De esta manera, el hidromiel riojano no solo resucita una bebida milenaria, sino que también aporta un toque sofisticado y contemporáneo al mundo vinícola.
Vino de naranja: tradición andaluza en Huelva
El vino de naranja es otra de las joyas que desborda la imaginación y conecta con una tradición de siglos. Sin embargo, no debemos confundirlo con los “Orange Wines”, esos vinos blancos fermentados con sus pieles. En cambio, el vino de naranja de Huelva y Málaga es un vino dulce y generoso, elaborado a partir de un vino blanco que se aromatiza con cáscara de naranja amarga y que envejece bajo el sistema de soleras.
El resultado es una bebida rica en aromas cítricos y con un fondo dulzón, perfecta para quienes buscan un vino con una personalidad distinta. Este vino exclusivo de la Denominación de Origen Condado de Huelva nos lleva a un viaje a través del tiempo, recordando las antiguas tradiciones de la región y ofreciendo una alternativa única en la carta de vinos dulces y aromatizados.
Vino de caña de azúcar: el “guarapo” refrescante
En regiones tropicales donde abunda la caña de azúcar, como en el sudeste asiático, el subcontinente indio y América Latina, el jugo de caña fermentado da lugar a una bebida conocida como “guarapo” o vino de cañaduz. Esta bebida tiene una particularidad: es uno de los precursores del ron, y su sabor ligeramente dulce y refrescante conquista paladares en todo el mundo.
El proceso de elaboración es simple, pero el sabor es exótico y refrescante. La caña pelada se tritura para obtener un jugo que fermenta de manera natural, generando un contenido alcohólico moderado y aportando un toque energético debido a su concentración de minerales. En las Islas Canarias, concretamente en La Gomera y La Palma, el guarapo también se elabora a partir de la palmera canaria y se consume como una bebida local con un fuerte arraigo en la cultura popular. Así, este “vino” de caña simboliza tanto la versatilidad de la caña de azúcar como la herencia de regiones tropicales y subtropicales.
Vino de palma: la herencia cultural de Nigeria
Otro de los vinos que destaca por sus raíces culturales es el vino de palma. Esta bebida, elaborada a partir de la savia de varias especies de palmeras, es popular en el sureste de Nigeria, donde se le conoce como mmanya ocha, o “bebida blanca”. El vino de palma, que contiene entre un 2% y un 15% de alcohol, es protagonista en bodas, celebraciones de nacimientos y funerales, manteniendo un papel importante en ceremonias y rituales sociales.
Para obtener este vino, los recolectores trepan las palmeras y extraen la savia, la cual comienza a fermentar inmediatamente al contacto con el aire, adquiriendo así su característico sabor y contenido alcohólico. Se sirve a menudo en recipientes de barro o directamente desde el barril en que se ha recolectado, brindando una experiencia auténtica y rústica para quienes se adentran en la cultura africana a través del vino de palma.
Vino de piña: los fermentados innovadores de Santerra
En el restaurante Santerra, el chef Miguel Carretero ha ido un paso más allá y ha comenzado a experimentar con fermentados de frutas y otros ingredientes. Entre sus creaciones destaca el vino de piña, una bebida que combina la frescura tropical de esta fruta con el saber hacer de las técnicas de fermentación.
Para Carretero, el vino de piña representa una exploración de las técnicas de fermentación que enriquecen la oferta culinaria de Santerra. Además de este vino, su carta incluye otros fermentados innovadores, como el hidromiel de encina o de romero, la kombucha de flores y el vinagre de rosas. Cada una de estas creaciones destaca por sus notas singulares y su capacidad para añadir un toque inesperado a la cocina y a la mesa, demostrando que la fermentación es un arte con infinitas posibilidades.
Un brindis por la diversidad de los “vinos”
Estos cinco vinos, provenientes de ingredientes tan diversos como la miel, la caña de azúcar, la piña o la savia de palma, expanden la noción de lo que entendemos por “vino”. No solo nos permiten descubrir sabores únicos y conectar con culturas ancestrales, sino que también nos muestran que el mundo del vino no se limita a la uva, sino que se abre a un sinfín de alternativas para quienes buscan experimentar. Con cada sorbo, viajamos a tierras lejanas y conocemos historias milenarias que resuenan en cada botella. Así, estos vinos alternativos nos invitan a brindar por la riqueza de lo diverso, recordándonos que, en el fondo, el vino es una celebración de la vida y la creatividad humana.