Cuando se habla de vinos españoles, los nombres de variedades como Tempranillo, Garnacha o Albariño suelen acaparar toda la atención. Sin embargo, en las vastas llanuras de Castilla-La Mancha, una variedad blanca conocida como Airén se erige silenciosa pero dominante, representando la mayor superficie de viñedo plantado en España y una de las más extensas del mundo. A pesar de su importancia estratégica para la viticultura española, esta uva ha pasado décadas subestimada, relegada al papel de “trabajadora incansable” de los viñedos, lejos de los reflectores de la alta enología. Pero las tornas están cambiando.
Un legado histórico profundamente arraigado
El Airén tiene raíces que se hunden profundamente en la historia de España. Su cultivo masivo comenzó tras la filoxera, una plaga que devastó los viñedos europeos en el siglo XIX. Ante la necesidad de replantar, los viticultores apostaron por variedades resistentes, y el Airén se alzó como la opción ideal. Su capacidad para sobrevivir en condiciones extremas —como sequías prolongadas y suelos pobres— le otorgó una ventaja crucial en un clima como el de Castilla-La Mancha, donde las precipitaciones son escasas y el sol implacable.
Durante buena parte del siglo XX, el Airén se utilizó mayoritariamente para producir vinos de mesa simples y accesibles. Su alta productividad y facilidad de cultivo también la convirtieron en la base de la industria del brandy español, especialmente en la Denominación de Origen Brandy de Jerez. Este uso industrial contribuyó a su fama como una uva funcional pero sin mayor complejidad enológica.
Características únicas y versatilidad
A primera vista, el Airén puede parecer una uva común, pero su perfil ampelográfico y enológico es único. Los racimos del Airén son grandes, y sus bayas tienen una piel gruesa que las protege de enfermedades y plagas. Esto, combinado con una pulpa jugosa y niveles de acidez moderados, resulta en un mosto que es relativamente neutro en términos aromáticos, pero con un potencial latente que enólogos modernos están aprendiendo a explotar.
Los vinos elaborados a partir de Airén suelen ser frescos y ligeros, con notas delicadas de manzana verde, cítricos y, en ocasiones, un toque herbal. Este perfil neutro ha llevado históricamente a que se combine con otras variedades más aromáticas, como Verdejo o Sauvignon Blanc, para enriquecer su complejidad. No obstante, en manos de bodegas innovadoras, el Airén está demostrando que puede brillar por sí solo, especialmente cuando se aplica fermentación controlada o incluso envejecimiento en barrica.
El Airén frente a sus críticos
A pesar de ser la variedad más plantada en España, el Airén ha tenido que enfrentarse a un largo historial de críticas. Durante mucho tiempo, se le consideró una uva “corriente”, incapaz de producir vinos que compitieran en calidad con otras variedades autóctonas o internacionales. Este estigma ha limitado su proyección internacional, pero una nueva generación de enólogos está trabajando arduamente para cambiar esta percepción.
En los últimos años, el mercado global del vino ha visto un creciente interés por las variedades autóctonas, y el Airén ha comenzado a beneficiarse de esta tendencia. Bodegas visionarias están demostrando que, con las técnicas adecuadas, el Airén puede dar lugar a vinos con carácter, calidad y una fuerte conexión con su terruño. Este cambio de enfoque no solo está elevando su perfil, sino que también está ayudando a posicionar a Castilla-La Mancha como una región vinícola de gran diversidad y riqueza.
Sostenibilidad: Una virtud del Airén
En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, el Airén se destaca como un ejemplo de sostenibilidad en la viticultura. Su capacidad para prosperar en suelos pobres y resistir largas sequías significa que requiere menos recursos hídricos y químicos en comparación con otras variedades. Esto la convierte en una opción ecológica para agricultores que buscan minimizar el impacto ambiental de sus cultivos.
Además, su resistencia natural reduce la necesidad de pesticidas, contribuyendo a la salud del ecosistema y a la producción de vinos más naturales y orgánicos. Esta característica está ganando relevancia en un mercado donde los consumidores valoran cada vez más los productos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
Innovación y el futuro del Airén
La revalorización del Airén no solo se limita a la calidad del vino, sino también a su capacidad de adaptación a los gustos contemporáneos. Bodegas están experimentando con técnicas modernas, como maceración en frío y fermentación en huevos de cemento, para potenciar los aromas y sabores de esta variedad. Algunas incluso están explorando el potencial del Airén en la producción de vinos espumosos, un segmento que podría abrir nuevas oportunidades comerciales.
Además, las denominaciones de origen están empezando a reconocer la importancia del Airén como parte integral de su identidad. Su cultivo no solo representa una tradición vinícola, sino también una herramienta para preservar el paisaje rural y las prácticas agrícolas sostenibles.
Un símbolo de resistencia y autenticidad
En un mercado saturado de variedades internacionales, el Airén se alza como un emblema de autenticidad y resistencia. Representa el espíritu del campo español, donde generaciones de viticultores han trabajado la tierra con dedicación y respeto. Su renacimiento es una oportunidad para redescubrir el valor de lo local y celebrar la diversidad vinícola que hace única a España.
En conclusión, el Airén es mucho más que una uva funcional; es una ventana al pasado y una promesa para el futuro. A medida que el mundo del vino se abre a nuevas experiencias y sabores, esta variedad blanca tiene todo lo necesario para ocupar un lugar destacado en la enología moderna. El viaje del Airén, desde ser una uva subestimada hasta convertirse en un símbolo de sostenibilidad y tradición, está lejos de haber terminado. Sin duda, lo mejor está por venir para esta joya blanca de los viñedos españoles.
Con esta perspectiva más extensa, el Airén se presenta como un ejemplo de cómo la innovación y el respeto por las raíces pueden transformar una variedad aparentemente humilde en una protagonista de la viticultura contemporánea.