En el competitivo y multifacético mundo del vino, la producción de vinos naturales ha cobrado un notable protagonismo, especialmente en regiones como Austria. Entre los referentes de esta tendencia se encuentra Christian Tschida, un viticultor basado en Illmitz, a orillas del hermoso lago Neusiedlersee. Reconocido por su filosofía de «afinar» más que simplemente elaborar, Tschida ha establecido un enfoque que fusiona la tradición con la innovación, abogando por un vino que respete su origen y el entorno natural.
El proceso de vinificación
El método de producción que implementa Tschida se fundamenta en varios principios clave. Su compromiso con la sostenibilidad se refleja claramente en su elección de variedades de uva y en el uso mínimo de sulfuroso. Entre sus principales enfoques encontramos:
- Filosofía mínima de intervención: Tschida se opone al término «natural» en muchas ocasiones, prefiriendo en su lugar resaltar la autenticidad de su proceso.
- Uso de variedades locales: Trabaja no solo con variedades autóctonas, sino también con internacionalmente reconocidas como el Cabernet Franc y el Syrah.
- Fermentación en grandes formatos: La vinificación se realiza en barricas de gran tamaño, lo que permite una mayor expresión de las características de cada vino.
Siguiendo esta línea, Tschida ha logrado un notable éxito, con una producción que ha experimentado cambios significativos, adaptándose a las nuevas demandas del consumidor tras la pandemia. Sus vinos se caracterizan por su calidad y estructura, destacando especialmente el Tschida Birdscape Pink 2023, que ofrece un perfil fresco y elegante, ideal para los amantes de los rosados. “Es un vino que busca la delicatez, un equilibrio entre rosado y tinto”, explica Christian mientras describe su obra maestra.
Además, la familia Tschida ha ampliado su presencia al adquirir viñedos en la región de Purbach, donde han implementado prácticas que enriquecen el ecosistema vitivinícola local. Este enfoque no solo respeta el medio ambiente, sino que también potencia la calidad de sus productos, reafirmando su lugar en el mundo del vino natural. En este sentido, cada botella de Tschida es más que simplemente un vino; es una declaración de intenciones, un tributo a la tierra que lo vio nacer.