La bodega Can Marlès, situada en el pintoresco valle del Montmell, es mucho más que un espacio de producción vinícola; es el reflejo de una historia de amor por la naturaleza, el vino y la tradición. Su fundadora, Lucía Pombo, ha tejido una narrativa única que entrelaza recuerdos de infancia, experiencias profesionales y un profundo compromiso con el medio ambiente. En esta entrevista, nos revela los secretos que hacen de Can Marlès una bodega especial, sus desafíos y sus grandes sueños para el futuro.
Orígenes con alma: una historia que conecta generaciones
El origen de Can Marlès es un testimonio de cómo la vida puede llevarnos de vuelta a nuestras raíces. «De pequeña pasaba mis vacaciones en este valle del Montmell, rodeada de viñedos», cuenta Lucía. Aunque su carrera profesional comenzó en el sector náutico, trabajando en pruebas técnicas de barcos por toda Europa, el destino la condujo de regreso a su tierra.
Decidió dejar atrás los mares para dedicarse al cultivo de la tierra, transformando su pasión infantil en un proyecto vinícola lleno de alma. «Ahora, en lugar de un velero, llevo un tractor», explica Lucía, destacando la conexión entre su nueva vida y el entorno natural que la rodea. Junto a su pareja, y acompañada de un rebaño de 29 alpacas de raza Suri, convirtió la finca en un espacio donde tradición e innovación se abrazan.
Los viñedos: la diversidad que nutre la excelencia
Can Marlès es una joya natural que abarca 300 hectáreas de un valle rodeado por la carena del Montmell, con 17 hectáreas dedicadas a viñedos y olivos arbequinos. La riqueza de su terreno, que varía entre suelos arcillosos, calcáreos y negros húmedos, proporciona el escenario perfecto para cultivar una amplia variedad de uvas.
Entre las cepas destacan la Chardonnay, Sauvignon Blanc, Garnatxa Blanca, Malvasía de Sitges, Petit Verdot, Syrah y Ull de Llebre, además de una variedad ancestral recuperada: la Forcada. Cada uva es tratada con el máximo respeto hacia su naturaleza, garantizando vinos que reflejan la esencia del terroir.
Tecnología y tradición: la fórmula del éxito
Aunque es una bodega pequeña, Can Marlès combina tecnología de vanguardia con métodos tradicionales. «Todo nuestro proceso es ecológico y prestamos una atención especial a cada etapa», detalla Lucía. Las vinificaciones se realizan en barricas de roble Allier, que reciben un uso máximo de siete años para preservar su calidad. Además, cada botella es embotellada y etiquetada manualmente, asegurando un control exhaustivo de calidad.
Compromiso medioambiental: pioneros en sostenibilidad
La sostenibilidad no es solo una estrategia, sino el corazón del proyecto de Can Marlès. La bodega forma parte de la DO Penedès, la primera denominación de origen 100% ecológica, y está integrada en el programa BIOSPHÊRE, donde anualmente implementan acciones de mejora medioambiental. No utilizan productos químicos ni pesticidas, cumpliendo con los estándares del CCPAE para garantizar la pureza de sus vinos.
Un elemento diferenciador es el uso del abono generado por sus alpacas, conocido como «oro negro». Este fertilizante natural no solo aporta minerales a los viñedos, sino que también retiene la humedad del suelo y no deja huella de carbono, haciendo que cada copa de vino sea una celebración de la sostenibilidad.

Una apuesta valiente por vinos únicos
En un mercado vitivinícola competitivo, Can Marlès ha apostado por un nicho único: vinos ecológicos de alta gama con crianza y guarda. «Poca gente apuesta por blancos que envejezcan más de cinco años, pero cuando los prueban, nadie puede negar su calidad», comenta Lucía. Estos vinos, fruto de un trabajo arduo y cuidadoso, están diseñados para romper con los estereotipos y ofrecer experiencias excepcionales.
Con un enfoque que combina autenticidad e innovación, la bodega ha logrado posicionarse como un referente en vinos premium. Lucía lo resume de forma contundente: «Quien diga que un vino es caro, que venga un día a trabajar a la viña».
Enoturismo de alto nivel: vivir la experiencia Can Marlès
Desde 2016, la bodega ha desarrollado un proyecto enoturístico exclusivo, ofreciendo a los visitantes la oportunidad de sumergirse en la historia del lugar y descubrir la magia detrás de cada botella. Las masías restauradas, como La Marlesita y Cal Puig, son un reflejo de la rica herencia cultural de la región. La primera ha sido galardonada con un Vinari a la mejor masía de enoturismo de Cataluña, lo que consolida su posición como un destino imperdible para los amantes del vino.
Durante las visitas, los clientes no solo recorren los viñedos y la bodega, sino que también participan en experiencias inmersivas que incluyen la historia del proyecto medioambiental y el proceso de elaboración del vino.
Enfrentando el cambio climático: adaptarse para sobrevivir
Aunque la altura y la fertilidad del valle ofrecen ventajas naturales, Can Marlès no es inmune a los desafíos del cambio climático. La sequía, las lluvias intensas y las enfermedades como el mildiu representan una amenaza constante. «Estamos adaptando variedades autóctonas más resistentes a estas condiciones», explica Lucía, quien también señala que el cambio climático muestra aún una cara amable, pero lo peor está por venir. Este enfoque proactivo les permite mitigar el impacto de las adversidades climáticas y garantizar la calidad de sus cosechas.
Objetivos para 2025: más allá del vino
El futuro de Can Marlès está lleno de ambición. Lucía tiene claro que el enoturismo de calidad será clave para seguir creciendo. Las visitas a la finca y la bodega no solo fortalecen el vínculo con los clientes, sino que también educan y generan un mayor aprecio por el trabajo que hay detrás de cada botella. Además, están explorando nuevas vías de distribución a nivel nacional para llevar sus vinos a más hogares.
Can Marlès, una historia de pasión y excelencia
Can Marlès es una bodega que trasciende el vino. Es un proyecto lleno de alma, construido con esfuerzo, amor y respeto por la tierra. Desde la primera cepa hasta la última botella, cada detalle refleja el compromiso de Lucía Pombo y su equipo con la sostenibilidad, la calidad y la autenticidad. Más que un producto, ofrecen una experiencia que conecta a las personas con la naturaleza y la tradición. Un ejemplo de cómo la pasión puede transformar sueños en realidades tangibles y memorables.