La innovadora trayectoria de la bodega Katashimo en Osaka
En el panorama viticultor de Japón, una bodega capaz de atraer miradas es sin lugar a dudas, la bodega Katashimo. Situada en la ciudad de Kashiwara, al oeste de la región de Osaka, este peculiar dominio vitivinícola, liderado por el vibrante Toshihiro Takai, ha hecho de la innovación y la devoción por su tierra, los puntales de su exitosa existencia.
Takai va más allá de la mera producción de vino. Su inquietud le ha llevado a la hibridación de varietales de uva, proceso apasionante que a menudo implica cruzar cepas de distintas variedades en la búsqueda de nuevas características. Los viñedos de Takai acogen todavía a uvas madurando en la vid incluso en los primeros días de diciembre, todo un hito en el mundillo viticultor.
Tras ciento treinta años de vid
La historia de los viñedos de la bodega Katashimo está arraigada en el seno de la familia de Takai. Con 3.5 hectáreas de su propiedad y una colaboración estrecha con productores locales, muchos de ellos septuagenarios, esta bodega ha mantenido una tradición vitivinícola que comenzó hace 130 años, cuando el bisabuelo de Takai plantó las primeras cepas. Desde entonces, transcurridos 80 años, la familia comenzó a elaborar sus propios vinos.
En sus inicios, la bodega Katashimo adoptó equipos de otras industrias de fermentación, como la fabricación de salsa de soja y sake. Sin embargo, el vino se convertía en vinagre si el nivel de alcohol era demasiado bajo. Tras superar diversos retos técnicos, como la pasteurización del mosto antes de la fermentación para evitar el problema del vinagre o el uso de levaduras de fermentaciones silvestres para evitar sabores parecidos al sake, la bodega ha conseguido producir vinos de calidad superior y único carácter.
Un dato destacable que resalta la dedicación de Takai es su esfuerzo por preservar la originalidad de su región. Declaró que prefiere «expresar los vinos de [su] región sin utilizar ninguna variedad de uva europea». Esta realidad, sumada a su interés por los varietales híbridos, apuntala un futuro prometedor para el vino japonés en la escena global.
El mundo del vino en Japón, y en particular la bodega Katashimo, no se entiende sin su contexto. El viñedo que cubre la ladera sobre el Kawachi-Katashimo solía ser el principal productor de uvas del país. Sin embargo, la importación de uvas más baratas y el desarrollo urbano han causado el declive de la viticultura en la zona. En su día, Osaka contaba con 119 bodegas, de las que hoy sólo quedan seis.
En cuanto a sus vinos, la bodega Katashimo produce bajo las marcas King Selby y Rikaen, y ofrece una diversidad notable, desde espumosos hasta delicados tintos, pasando por híbridos con notas frutales, todos ellos destacando por su sabor auténticamente nipón.
Dada la historia, la dedicación y la innovadora producción de la bodega Katashimo, no cabe duda de que su huella queda grabada en el panorama vinícola de Japón, y añade una riqueza de sabor y tradición a la escena global.