En el corazón de Manilva, un pequeño municipio de la Costa del Sol malagueña, la pasión por el vino ha encontrado un defensor incansable en Argimiro Martínez Moreno, un ingeniero agrónomo con raíces profundas en la tradición agrícola. Este visionario llegó a Manilva en 2011 como profesor de un taller de empleo sobre elaboración de vinos y, desde entonces, ha liderado una cruzada para salvar y revitalizar las históricas viñas moscatel de la región.
“Nací en una familia de pequeños agricultores en Hellín, Albacete, y la conexión con la tierra siempre ha sido una parte esencial de mi vida,” explica Martínez Moreno. “Cuando descubrí Manilva y sus viñas centenarias, supe que había encontrado un lugar especial, un rincón único que necesitaba protección y una nueva visión.”
En 2014, su empresa, Nilva Enoturismo SL, ganó la concesión administrativa para gestionar el Centro de Interpretación Viñas de Manilva (CIVIMA), la microbodega y la emblemática Viña del Peñoncillo. Este fue el comienzo de un proyecto que ha transformado la viticultura local y que sigue marcando la diferencia.
Un terroir incomparable en peligro de extinción
Manilva esconde un tesoro vinícola que pocos conocen: su viñedo es el más al sur de Europa continental. Aquí, la variedad Moscatel de Alejandría alcanza su máxima expresión gracias a un entorno privilegiado. “Son viñas viejas, cultivadas manualmente, en condiciones de secano y sobre tierras albarizas que descienden hacia el Mediterráneo,” describe Martínez Moreno con entusiasmo. “Es un terroir único donde se encuentran dos continentes y dos grandes masas de agua, el Mediterráneo y el Atlántico, con vientos que moldean el carácter de las uvas.”
Sin embargo, esta riqueza natural se enfrenta a un enemigo implacable: la urbanización descontrolada. “En los últimos 30 años, hemos perdido más del 80 % de las viñas de Manilva debido al urbanismo,” lamenta el empresario. “Las pocas viñas que quedan están en serio peligro, y nuestro objetivo es claro: salvarlas, elaborando vinos de calidad y compartiendo este patrimonio a través del Enoturismo.”
Innovación vinícola para preservar la tradición
Nilva Enoturismo ha apostado por una reinterpretación audaz de la tradición vinícola de Manilva. Si bien la uva Moscatel es conocida por los dulces vinos de Málaga, Martínez Moreno decidió innovar y explorar nuevos horizontes. “El mercado de vinos dulces es limitado y muy competitivo en Málaga,” explica. “Por eso nos hemos centrado en blancos secos de Moscatel, que tienen un gran potencial en un mercado en crecimiento y combinan perfectamente con la gastronomía local basada en pescados y mariscos.”
La bodega emplea técnicas modernas, como la fermentación controlada en tanques de acero inoxidable y la crianza en lías finas durante seis meses, para resaltar la calidad de sus vinos. “Además, nuestro vino ecológico fermenta con levaduras autóctonas, preservando la personalidad única del terroir de Manilva,” añade.

Sostenibilidad: el pilar del proyecto
Nilva Enoturismo no solo elabora vinos, sino que también aboga por la sostenibilidad. Este compromiso le valió el Premio al Mejor Proyecto Mundial de Turismo Sostenible, otorgado por SKAL Internacional. “Nuestra viña está certificada como ecológica por el CAAE, y trabajamos para conservar este patrimonio natural frente al urbanismo salvaje,” explica Martínez Moreno. “Salvar viñas no es solo proteger el paisaje, es preservar una cultura y unos valores que forman parte de nuestra identidad.”
La bodega también ha implementado iniciativas como el apadrinamiento de cepas, una forma innovadora de conectar a los visitantes con la tierra. “Es una manera de crear conciencia sobre la importancia de estas viñas y fomentar el entendimiento intercultural,” detalla.
Retos en el mercado local y estrategias de expansión
Aunque Málaga es un importante destino turístico, Nilva Enoturismo enfrenta dificultades para posicionar sus vinos en la restauración local. “Es frustrante ver cómo los restaurantes de la Costa del Sol todavía prefieren vinos de Rioja o Ribera del Duero en lugar de apostar por los vinos locales,” admite Martínez Moreno. Este obstáculo ha llevado a la bodega a buscar mercados fuera de España, especialmente en Europa. “Queremos que nuestros vinos sean una carta de presentación de la calidad y exclusividad que ofrece Manilva,” afirma.
Enoturismo: una experiencia inolvidable
Ante las dificultades para expandir la venta de vinos, Nilva Enoturismo ha reforzado su apuesta por el Enoturismo. “Estamos en una provincia que recibe a más de 15 millones de turistas al año,” destaca Martínez Moreno. “Queremos ofrecer experiencias únicas que conecten a los visitantes con la historia y el paisaje de Manilva.”
Entre las actividades más destacadas están las visitas guiadas al CIVIMA, catas en la Viña del Peñoncillo y eventos como la Puesta de Sol en la Viña, donde los asistentes disfrutan de los vinos ecológicos de la bodega mientras contemplan el Mediterráneo.
Innovación hacia el futuro
Nilva Enoturismo también apuesta por la innovación. “Estamos experimentando con nuevos estilos de vino, como orange wines elaborados en ánforas de arcilla y espumosos,” revela Martínez Moreno. Además, la bodega ha introducido el uso de roble español para la crianza, un elemento que añade singularidad a sus vinos.
El cambio climático es otro desafío que la bodega aborda con resiliencia. “Aún no tenemos datos concluyentes, pero las condiciones geográficas de Manilva podrían ayudarnos a mitigar los efectos negativos,” asegura.
Mirando al 2025
De cara al futuro, Nilva Enoturismo tiene objetivos ambiciosos. “Queremos consolidar el crecimiento del Enoturismo y colaborar con otras bodegas de la Ruta del Vino de Málaga y Ronda,” señala Martínez Moreno. “Nuestro sueño es que Manilva sea reconocida como un referente enológico y turístico a nivel mundial.”Nilva Enoturismo no es solo una bodega, es un símbolo de resistencia y pasión. Gracias a la visión de Argimiro Martínez Moreno, las viñas de Manilva tienen un futuro prometedor, lleno de sabor, historia y sostenibilidad. ¡Manilva y su Moscatel están aquí para quedarse!