Ubicada en el corazón del Priorat, Saó del Coster se ha convertido en un referente de pasión y respeto por la viticultura sostenible. Esta bodega no solo produce vinos de alta calidad, sino que también representa un puente entre las antiguas tradiciones de la región y la innovación moderna. Según Patrick Pochon, representante de la bodega, «cada botella que producimos es un homenaje a esta tierra, a su historia y a nuestra relación simbiótica con ella».
Una historia de pasión que cruzó fronteras
La historia de Saó del Coster comenzó en el año 2000, cuando un grupo de amigos suizos, apasionados por el vino, descubrieron los viñedos abandonados del Priorat. Pochon describe el inicio de esta aventura como algo inesperado pero profundamente transformador: «En una cata, descubrimos los vinos del Priorat y quedamos maravillados. Era como si cada sorbo nos contara una historia distinta». Motivados por esa experiencia, decidieron explorar la región y encontraron en sus paisajes y terrazas ancestrales la inspiración que necesitaban para dar el siguiente paso.
El proyecto comenzó con la compra de unos viñedos en Gratallops y un edificio en ruinas, que reconstruyeron con gran esfuerzo. «Fue un reto monumental», recuerda Pochon. «Reconstruir la bodega y devolver la vida a los viñedos no solo requirió trabajo físico, sino también una profunda conexión emocional con la tierra». Durante casi dos décadas, la bodega creció rápidamente, impulsada por la pasión de su equipo y la calidad de sus vinos. Sin embargo, un momento de reflexión en 2019 marcó un punto de inflexión: «Decidimos volver a lo esencial: parcelas seleccionadas con cuidado, un enfoque sostenible y una producción que honrara nuestra filosofía de autenticidad».
Viñedos: Terruño, tradición y biodiversidad
Saó del Coster se distingue por sus viñedos en terrazas, sostenidos por muros de piedra seca, una técnica que conecta directamente con la herencia suiza de sus fundadores. «Estos muros no son simples estructuras; son testigos de generaciones que trabajaron esta tierra antes que nosotros», explica Pochon. «Reconstruirlos piedra por piedra no solo honra a esas generaciones, sino que también crea un futuro sostenible para nuestro viñedo».
La bodega trabaja principalmente con cariñena y garnacha, variedades que se adaptan perfectamente al clima extremo del Priorat. Pochon destaca la importancia de estas uvas: «No solo son variedades históricas, sino que cada planta tiene su propia memoria y capacidad de resistencia al clima, lo que las hace insustituibles».
Más recientemente, Saó del Coster ha iniciado una colaboración con el vivero Berillon, especializado en genética vegetal y prácticas sostenibles. «Estamos trabajando en conservar individuos notables de nuestras viñas, aquellos que han demostrado adaptarse mejor al cambio climático. Es una forma de asegurar la longevidad de nuestro viñedo mientras protegemos la biodiversidad».
El arte de la vinificación: Entre tradición e innovación
La vinificación en Saó del Coster combina métodos ancestrales con técnicas modernas para garantizar la máxima calidad en cada botella. «La clave está en respetar el ritmo de la naturaleza», señala Pochon. La vendimia se realiza manualmente y al amanecer para evitar las altas temperaturas del día. «Cada uva se recoge en su punto óptimo de maduración. Si eso significa visitar varias veces la misma parcela, lo hacemos», enfatiza.
El proceso de fermentación se lleva a cabo utilizando levaduras autóctonas, lo que otorga a cada vino un carácter único. «Es como si cada cuvée tuviera su propia personalidad, una mezcla de lo que la tierra y las manos humanas pueden crear juntas», añade Pochon. Además, el equipo se asegura de que la maceración y el prensado sean lo más delicados posible para preservar la pureza del vino.
Compromiso con la sostenibilidad
Para Saó del Coster, la sostenibilidad no es un lujo, es una necesidad. «Desde el principio, entendimos que trabajar en armonía con el ecosistema era la única manera de producir vinos auténticos y de calidad», afirma Pochon. La bodega ha eliminado el uso de productos químicos y maquinaria pesada, optando por prácticas como el uso de mulch de paja y lana para conservar la humedad del suelo, y la recolección de agua de lluvia para riego.
Un aspecto crucial de su enfoque sostenible son los muros de piedra seca, que no solo estabilizan las terrazas, sino que también ayudan a retener el agua y fomentar la biodiversidad. «Cada muro que reconstruimos es un paso más hacia la resiliencia del viñedo frente al cambio climático», asegura Pochon.
Además, todos los subproductos de la vinificación, como los orujos y las lías, se reutilizan como fertilizante natural. Este enfoque holístico refleja su compromiso a largo plazo con el medio ambiente: «La sostenibilidad no es algo que hacemos por moda, es nuestra forma de honrar la tierra que nos da tanto».

Innovación en el mercado vitivinícola
En un sector tan competitivo como el del vino, Saó del Coster ha encontrado su diferenciación en la autenticidad y la conexión directa con sus clientes. «Nuestra prioridad son las relaciones personales. Queremos que cada cliente entienda el amor y el esfuerzo detrás de cada botella», comenta Pochon. Para ello, la bodega ofrece experiencias inmersivas, permitiendo a los visitantes trabajar en los viñedos y aprender sobre el proceso de vinificación.
En cuanto a innovación, Saó del Coster ha lanzado ediciones limitadas como la gama Alineá, que combina vinos y barricas en perfecta sinergia. «Cada vino de esta gama es una obra maestra, el resultado de experimentar y buscar siempre la excelencia», dice Pochon con orgullo.
Planes para el futuro: Enoturismo y biodiversidad
De cara al futuro, Saó del Coster planea expandir su oferta de enoturismo con experiencias inmersivas que permitan a los visitantes reconectarse con la naturaleza. «Queremos que las personas vivan lo que significa ser parte del Priorat, desde trabajar la tierra hasta compartir una comida con nosotros», dice Pochon. También están explorando la posibilidad de replantar viñedos en altitudes más altas para mitigar los efectos del cambio climático y diversificar los aromas de sus vinos.
Otro proyecto interesante es la revalorización de los árboles frutales en sus tierras. «Estos árboles no solo enriquecen la biodiversidad, sino que también podrían ofrecer nuevas experiencias gastronómicas a nuestros visitantes», concluye Pochon.
Saó del Coster: Más que una bodega
Con su combinación de tradición, innovación y sostenibilidad, Saó del Coster no solo produce vinos excepcionales, sino que también sirve como ejemplo de cómo una bodega puede ser un guardián del patrimonio cultural y natural. «Cada botella es un testimonio de nuestra dedicación, una forma de preservar y compartir la magia del Priorat», reflexiona Pochon. En Saó del Coster, el vino no es solo un producto, es una forma de vida.