El mundo de la viticultura está repleto de curiosidades, en el que tanto la producción como el consumo de vino cobran un rol protagonista. Sin embargo, estas dinámicas han cambiado a lo largo de los años y están experimentando nuevas tendencias. Un reciente estudio de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) proporciona datos que invitan a reflexionar.
Variaciones en el consumo de diferentes tipos de vino
Tradicionalmente, el vino tinto ha sido el más consumido a nivel global. Sin embargo, durante los últimos 20 años el consumo de este tipo de vino se ha reducido en un 15%, frente al vino blanco, cuyo consumo ha experimentado un crecimiento del 10% desde el año 2000. Si hace dos décadas el vino tinto representaba el 51,3% del consumo mundial, hoy se queda en el 48,3%, manteniendo su liderazgo pero con la brecha cada vez más estrechada. Por otro lado, el vino blanco ha crecido de representar el 40% al 42,2% y el rosado del 8,7% al 9,5%.
La producción de vino blanco sobrepasa a la de vino tinto
La producción de vino ha sufrido cambios similares. Según la OIV, la producción de vino tinto ha disminuido en un 25%, lo que representa un 43% del total de la producción mundial. En contrapartida, la producción y el consumo de vinos blancos han crecido sobrepasando al tinto. Actualmente, la producción de vino blanco representa el 49% del total.
Estados Unidos lidera el ranking de consumo
Estados Unidos se posiciona en el primer lugar en el ranking de consumo global de vino, con un apoyo notorio por el vino blanco. Le siguen Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, China, Rusia y España en el octavo lugar.
Top 3 de la producción, liderado por Europa
En cuanto a la producción, Italia se corona como líder mundial acaparando un 19% del total. Francia se sitúa como el segundo país más productivo, aunque cada vez menos, debido a una drástica caída en su producción. Por último, España se consolida como el tercer mayor productor a nivel global, destacándose por su estabilidad en la producción a lo largo de los años.
En resumen, a pesar de las oscilaciones y preferencias cambiantes, el vino sigue siendo uno de los consumibles más valorados en todo el mundo. Con su creciente diversidad y la constante evolución en las tendencias de consumo, este caldo ancestral nos demuestra una vez más que es capaz de reinventarse y mantenerse al pie del cañón generación tras generación.