Montina: un viaje por la tradición vitivinícola y la evolución moderna de la Franciacorta
Los amantes del vino pueden no desconocer el nombre de Montina, una de las bodegas más históricas y dinámicas de la Franciacorta italiana. Recientemente renombrada sin el prefijo «La», esta bodega tiene el singular honor de combinar los valores familiares y tradicionales de sus fundadores, los hermanos Gian Carlo, Vittorio y Alberto Bozza, con los cambios revolucionarios introducidos por sus hijos Michele, Daniele y Anna.
Una evolución respetuosa con la tradición
El camino de la innovación nunca ha sido fácil en el mundo del vino, ya que corre el riesgo de erosionar la integridad de la tradición. Sin embargo, en Montina, los descendientes de los hermanos Bozza han logrado aportar una nueva y más contemporánea evolución a la bodega sin renunciar al patrimonio de la empresa instaurado en 1982 por sus padres.
El compromiso inquebrantable de la familia Bozza por preservar la dignidad de sus métodos de vinificación, la selección de las mejores uvas y las prácticas sostenibles de cultivo, han permitido que la calidad de los vinos de Montina nunca se vea comprometida.
Es esta mezcla equilibrada de innovación y respeto por la tradición lo que ha mantenido a Montina en la cima de la industria vitivinícola regional, y les ha permitido continuar desafiando las normas y los límites del vino en Franciacorta.
Montina y su vibrante historia
Cabe destacar que la historia de Montina es un testimonio de la pasión y la dedicación con la que ha sido cultivado el terreno de Franciacorta. El periplo de esta bodega se inicia en Monticelli Brusati en 1620, cuando la viña y la mansión del siglo XVII, Villa Baiana, estaban en posesión de una familia de la nobleza rural bresciana. La historia de Montina queda vinculada a la de la casa Bozza en 1982, una familia profundamente arraigada en Franciacorta y en Monticelli Brusati desde el siglo XV.
Su amor por la vinificación y la ambición de ser una parte relevante de su territorio llevó a tres de los siete hermanos Bozza a adquirir toda la propiedad de las monjas Doroteas en Contrada Baiana. En 1987 tuvo lugar la primera vendimia oficial y en 1989 nació la primera botella de Franciacorta de Montina.
El deseo de los hermanos Bozza de contribuir de manera significativa a la región vitivinícola de Franciacorta ha llevado a la propiedad a expandirse constantemente y a perfeccionar minuciosamente su proceso de vinificación. Este esfuerzo no ha pasado desapercibido, pues la producción de Montina ha ido creciendo de manera consistente y sostenible, llegando a albergar alrededor de 72 hectáreas de vides y produciendo anualmente cerca de 450.000 botellas, generando un impresionante volumen de negocio de más de 6 millones de euros.
Montina es ciertamente un claro ejemplo de que la noble tradición y la moderna evolución pueden coexistir armónicamente en el mundo de la vinificación.