Elisabetta Foradori, reconocida agrónoma y enóloga italiana, es conocida por su fuerte compromiso con las antiguas variedades de uva autóctonas y las técnicas vitivinícolas tradicionales. Además de ser una pionera en la agricultura ecológica y biodinámica, sus vinos han ganado un rápido éxito y reconocimiento internacional gracias a la excelente calidad obtenida. Actualmente, sus tres hijos están asumiendo el liderazgo del negocio, con su sabio y experimentado ojo observando de cerca.
La resurrección de una estrella
Elisabetta Foradori, apasionada por la botánica desde su adolescencia, tomó las riendas del viñedo familiar siendo muy joven, en los albores de la década de 1980. Este viñedo, fundado en 1901 en Mezzolombardo, en el Campo Rotaliano, un territorio italiano que hoy en día goza de una gran afluencia de turismo por la belleza de sus montañas y la fama de sus vinos. La precisa labor minuciosa y dedicada de Elisabetta, combinada con el excepcional terroir de la región del Trentino, rica en suelo arenoso, grava, piedras de diversa índole, granitos, caliza, gneis porfídico, cuarzo porfídico, pizarra, arcilla y tierra fértil, ha contribuido a la calidad superior de sus vinos.
Elisabetta se ha dedicado con éxito a resucitar el antiguo cépage autóctono italiano, Teroldego. Esta uva, altamente apreciada durante la Edad Media, aunque posteriormente olvidada por siglos, ha encontrado una nueva vida bajo la experta tutela de Elisabetta, convirtiéndose en el primer vino de Trentino en recibir el reconocimiento DOC (Denominazione di Origine Controllata) en 1971.
Creando Vinos de «Terroir»
Elisabetta ha creado nuevos vinos reinventados, incluyendo tintos como Morei, Sgarzon, Ailanpa, Karanar y blancos como Myrto o Fontanasanta Bianco. A finales de los años 90, decidió adoptar la biología dinámica, continuando el trabajo que había comenzado de dar nueva vida a cepas abandonadas, insistiendo en la biodiversidad y limitando la utilización de productos químicos y maquinaria. Hoy en día, el sello distintivo Foradori es reconocido por su vinificación en ánforas, una técnica que gana popularidad en la producción de vino de alta calidad.
Un relevo bien preparado
Hoy en día, Elisabetta está permitiendo que sus hijos tomen las riendas del negocio. Cada uno de los tres ha encontrado su propio rol dentro de la estructura del negocio familiar, que ahora consta de 31 hectáreas de viñedos y 16 parcelas diferentes. Emilio, el mayor, se encarga de la producción de vinos desde 2013. Su hermano Théo se encarga de la promoción y comercialización a nivel mundial. Su hermana, Myrta, apasionada por la policultura y la permacultura, ha optado por crear una auténtica granja dentro de la propiedad y se encarga de la actividad de recepción de visitantes. Parece que la tradición vitivinícola de la familia Foradori continuará floreciendo durante generaciones.