La intersección entre turismo, agricultura y cultura está tomando un nuevo impulso en Europa, y uno de los ejemplos más destacados de esto es el proyecto agricultor Podere Lesignano en la República de San Marino. Dirigido por Stefano Valentini, este espacio se extiende por 35 hectáreas, de las cuales diez están dedicadas a la viticultura, mientras que el resto se utiliza para cultivos varios y la producción de aceite de oliva. La empresa no solo se limita a la producción de vino, sino que se ha convertido en un punto de encuentro multifuncional para diversas actividades y experiencias al aire libre.
Un espacio para la educación y el disfrute
Uno de los mayores atractivos de Podere Lesignano es su granja educativa, que ofrece una experiencia única para los más jóvenes. Durante el verano, la granja acoge hasta mil niños en diferentes programas de verano. Sin embargo, no se limita a la temporada estival, ya que durante el invierno se organizan talleres dedicados a las escuelas. Según Valentini, la granja se ha convertido en un espacio de cultura y apreciación ambiental. Esto es especialmente relevante dado que la gestión directa de la propiedad por parte de la familia Valentini es relativamente reciente, comenzando en 1982 tras años de arrendamientos a otros agricultores.
- Colaboraciones locales: Podere Lesignano colabora con la Cantina Social de San Marino, donde se destilan sus propias variedades de vino.
- Gourmet: El agriturismo también proporciona una línea de productos como su vino rosado, un vino espumoso y aceites de oliva, todos producidos dentro de la finca.
- Visitas y eventos: Además de las catas de vino, el espacio acoge mercados de productos locales y clases de cocina.
La innovación no se detiene ahí; desde el 1 de enero, la gestión del Podere ha pasado a manos de los hijos de Valentini, quienes están implementando nuevas iniciativas. Pronto comenzarán las obras para abrir un agricamping en 2026, optimizando aún más el potencial de turismo en la región. Una de las características más singulares de este espacio es la presencia de un templo shintoista, donado por amigos japoneses, que añade valor cultural y simbólico a la experiencia de los visitantes.
De esta forma, Podere Lesignano se posiciona no solo como un productor de alimentos y vino, sino como un verdadero destino turístico que sabe integrar la agricultura con la cultura, ofreciendo un entorno enriquecedor para todas las edades.