En los últimos años, el sector vitivinícola ha experimentado una tendencia significativa hacia la práctica de una agricultura más sostenible y ecológica. Hoy intentaremos desenredar el enigma de los distintos sellos ecológicos que certifican la producción de vino.
El peso de los vinos ecológicos está avanzando a una velocidad considerable. Resulta por eso relevante situarse ante el panorama actual de cifras y certificaciones ecológicas en el mundo del vino. Es de destacar que Francia encamina su camino hacia liderar el viñedo ecológico mundial, ya que hasta la fecha ha convertido más de 110.000 hectáreas en viñedos ecológicos, ya sumando las casi 60.000 hectáreas en proceso de conversión. Además, la progresión en este campo está siendo más acelerada que en otros viñedos europeos, según la Agencia Ecológica.
Entendiendo las diferentes certificaciones
Las certificaciones ecológicas del vino son extensas y a veces confusas. Comenzaremos examinando la Agricultura Razonada, que tiene por objetivo reducir el impacto de la actividad agrícola sobre el medio ambiente, utilizando únicamente el mínimo de productos químicos necesarios. Por otro lado, el vino BIO o vino ecológico, sigue un reglamento estricto establecido por la Unión Europea (UE). Este exige que los vinos sean producidos a partir de uvas certificadas en agricultura ecológica y a su vez, que el proceso de vinificación cumpla con ciertos requisitos.
Los Vinos Biológicos, suponen el ideal de respeto al equilibrio natural. Para conseguir la certificación en biodynamia es requisito estar certificado previamente en agricultura ecológica. El enfoque biológico promueve el respeto a los ciclos naturales y valora el «organismo agrícola», es decir, la vida de un viñedo pensado en su totalidad.
Por último están los vinos naturales, que se caracterizan por un bajo contenido en sulfuros, aunque es importante aclarar que no existen vinos sin sulfitos ya que estos se producen naturalmente durante el proceso de fermentación. Aun así, los vinos «sin sulfitos añadidos» intentan minimizar su uso.
En este sentido, es importante destacar que aunque el sello ecológico es una guía útil para los consumidores, la calidad final del producto también depende de otros factores como la variedad de uva utilizada o las condiciones climáticas durante el crecimiento de la vid.
Este nuevo enfoque de producción de vino respetuoso con el medio ambiente está ganando cada vez más aceptación y popularidad en todo el mundo. Pero, sin duda, queda mucho por aprender y desentrañar en esta excitante esfera de la viticultura ecológica.