En un contexto de creciente preocupación económica, la reciente declaración de la ministra de Hacienda británica, Rachel Reeves, ha generado reacciones encontradas entre diversos sectores, en particular el de las bebidas alcohólicas. A pesar de las súplicas de las figuras clave de la industria de la bebida y de parlamentarios opositores para aliviar la carga fiscal que pesa sobre este sector, las medidas propuestas parecen ignorar estas demandas críticas. La presentación, que se etiquetó como un ‘presupuesto de emergencia’, incluyó recortes significativos en el gasto social por un total de 4.800 millones de libras, al mismo tiempo que se anunciaron esfuerzos para incrementar la recaudación fiscal a través de medidas contra la evasión tributaria.
Implicaciones del nuevo presupuesto
Los recortes añadidos a la defensa se financiarán a expensas de la ayuda exterior, con el fin de compensar un crecimiento del PIB británico proyectado en solo un 1% para el año 2025, según datos del Oficina del Responsable de Presupuesto (OBR). Este pronóstico se revisó a la baja tras advertencias sobre los efectos negativos de los aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump sobre la economía del Reino Unido. A pesar de la considerable revisión de las expectativas de crecimiento, Reeves se mostró decidida a actuar, anticipando que podría revertir un déficit de 36.100 millones de libras en 2025/26 a un superávit de 9.900 millones para 2029/30. Sin embargo, la comunidad del whisky escocés vio cómo sus esperanzas de una mejora inmediata se desvanecían, dado que Reeves se abstuvo de discutir cualquier alivio fiscal para el sector.
En particular, la industria del whisky escocés ya enfrenta un aumento del 3,65% en sus impuestos, marcado por la indexación a la inflación. Este incremento ha suscitado críticas, considerándolo como un ataque directo que perjudica tanto a la producción local como a la economía nacional en general. El parlamentario escocés Graham Leadbitter, que representa una región con una alta concentración de destilerías, expresó su frustración indicando que el gobierno central no contempla el impacto que estas políticas tienen en el sector. Según él, los impuestos excesivos no solo ahogan a la industria, sino que también privan al erario público de ingresos significativos.
Así, el panorama fiscal sigue siendo incierto y tensionado, mientras la industria del whisky escocés aguarda un cambio en la política que le permita enfrentar sus desafíos y, al mismo tiempo, continuar contribuyendo a la economía del Reino Unido.