San Miniato, un rincón de Toscana donde argila y tufo generan maravillas vitivinícolas
Déjate envolver por la esencia de Toscana en San Miniato, un rincón único donde la trufa blanca encuentra su nido. Desde aquí, el impetuoso tartufai Riccardo Cei y Monica Nacci nos cuentan los secretos de este preciado tubérculo, que encuentra su hogar en los bosques cercanos de Bucciano. Un terreno compuesto por argila y tufo cobra vida gracias a la dedicación y el esfuerzo de los hermanos Federico y Fabio Caputo, quienes practican la difícil tarea de seguir a dos perros hiperactivos por los bosques, en la gran búsqueda del apreciado «hongo subterráneo».
El matrimonio perfecto entre argila y tufo
Al salir del bosco y llegar a los tres hectáreas y media de viñedo cuidadas por los hermanos Caputo, nos habla Federico sobre Podere Pellicciano, un viñedo que dirige junto a su hermano Fabio y su mamá Concetta. Con su típico carácter toscano, Federico habla de manera seca y sin retórica sobre cómo la tierra peculiar de San Miniato, que une la argila con el tufo, equilibra la humedad con la permeabilidad.
Esta combinación da lugar a vinos finos y elegantes, con una mineralidad y cambios de temperatura distintivos que añaden carácter. «Aquí, a finales de agosto, tenemos grandes fluctuaciones de temperatura diurna y nocturna, de 35 grados durante el día a 15 grados por la noche. Esto, junto con la composición del suelo, aporta elegancia a nuestros vinos».
Esta tierra, rica en biodiversidad, merece ser conservada, ya que contribuye al bienestar tanto del paisaje como de la viticultura. El empeño de Federico y su hermano está en respetar el ambiente natural en el que se encuentran y mantener los cultivos pequeños, evitando la tendencia moderna de ruspare colline para plantar más viñedos.
La empresa Podere Pellicciano es joven, pero ya ha dejado su huella en el territorio sanminiatese. Comenzaron con dos hectáreas de viñedo en 2003, y hoy, 20 años después, han ampliado a un total de diez hectáreas, además de tener cien olivos.
Centrándose en las uvas autóctonas, han logrado producir una gama de diez etiquetas distintas, cada una con su personalidad y carácter únicos proporcionados por la tierra de San Miniato. Una forma hermosa y respetuosa de mantener viva la tradición vitivinícola de Toscana.