La viticultura está llena de historias de hombres y mujeres apasionados que luchan contra viento y marea para hacer los vinos que aman. Thomas y Charlotte Carsin, dueños del reconocido dominio «Terre de l’Elu», ubicado en el corazón de la región de Anjou, son sin duda unos destacados protagonistas de estas historias. Han demostrado ser un tándem creativo y valiente que, gracias a su dedicación y talento, han conseguido que su bodega se posicione entre las más destacadas de la región en un cortísimo período de tiempo.
Un camino lleno de retos y decisiones audaces
Tras varias experiencias enológicas en diversos lugares del mundo, el matrimonio Carsin decidió adquirir su finca en el 2008. Pero su inicio no fue sencillo. Sus principios como viticultores se basaron en un cambio radical en la manera de producir vino en la finca, que antes operaba bajo la AOP Anjou y elaboraba principalmente vinos vendidos en formato bag-in-box. Los Carsin decidieron orientarse hacia una producción orgánica y natural, con un enfoque absolutamente diferente.
Las complicaciones con la AOP Anjou no tardaron en surgir. En 2019, tras un desacuerdo con la organización, decidieron abandonar la Appellation y cambiaron el nombre del dominio por «Terre de l’Elu», ya que la mención «Clos» está reservada para los vinos de denominación.
Una filosofía y método de trabajo minucioso y ecólogico
El viñedo, situado entre Angers y Cholet, cuenta con veinte hectáreas de terrenos plagados de esquistos. Thomas y Charlotte labran sus parcelas de un modo natural y respetuoso con el medio ambiente, utilizando extractos vegetales y aceites esenciales para mantener a raya enfermedades de la vid y limitar la necesidad de usar cobre, que puede saturar los suelos si se usa en exceso. Los cuidados de las cepas, de variedades como chenin, cabernet franc, sauvignon blanc, entre otras, han apostado también por la plantación masiva de árboles frutales antiguos para favorecer la biodiversidad.
Unos vinos que reflejan la tierra y el trabajo de sus creadores
En la elaboración de sus vinos, los Carsin apuestan por métodos naturales y mínimas intervenciones. Las vinificaciones se realizan mediante levaduras indígenas. Los vinos tintos son elaborados con racimos enteros, mientras que los blancos se prensan directamente y se crían en cubas, barricas o jarras de gres.
La bodega produce una variedad notable de vinos, desde nueve cuvées distintas, como el Vin de France Bastingage, un chenin criado durante un año en barrica y seis meses en cuba, hasta el Vin de France Roz’Avel, un afrutado rosado de gamay y grolleau gris criado seis meses en barricas de 400L. Cada vino es una fiel expresión del enfoque del dominio hacia la viticultura y la enología: trabajo cuidadoso, respeto por la tierra, y la voluntad de crear vinos que reflejen auténticamente su terroir.