Desenredando el misterio de los suelos arcillo-calcáreos
En el apasionante esfera de la geología, los suelos arcillo-calcáreos son verdaderos protagonistas. Conforman una especie de crónica viva de las sucesivas etapas geológicas de nuestro planeta, gracias a su rica amalgama de materiales originados a partir de un sinfín de rocas y terrenos diferentes.
Este tipo de suelo, con una predominante base de calcáreo y diversas características propias de las arcillas, engloba también elementos de muy diversas procedencias. Se pueden encontrar desde partículas arrancadas de la propia pizarra hasta cantos rodados, víctimas de la erosión natural a lo largo del tiempo.
Una síntesis de la historia terrenal
La riqueza del suelo arcillo-calcáreo se debe a la erosión hídrica que, implacable y paciente, va descomponiendo las rocas hasta formar estos sedimentos únicos. Así, podríamos aseverar que estos suelos no son más que una suerte de resumen o síntesis de toda la historia geológica de los demás suelos.
No es raro encontrarse con este tipo de terreno a los pies de la Sierra de Montsant, uno de los lugares en los que cobra especial protagonismo. Además, se extiende a lo largo de veredas, comas y barrancos que dibujan el paisaje de la DO Montsant, siendo parte integrante y esencial del patrimonio geológico de la región.
Por tanto, los suelos arcillo-calcáreos no solo desempeñan un papel primordial como registros históricos de la evolución geológica. También, aportan al entorno una biodiversidad única y contribuyen de manera directa al carácter y la idiosincrasia de los terrenos que tienen la fortuna de albergarlos. Entender su composición, su origen y su distribución no es solo una fascinante incursión en las profundidades de la historia terrenal. También es un paso necesario para cuidar y proteger la rica diversidad geológica que nos regala nuestro planeta.