China, tradicionalmente conocida por su crecimiento explosivo en el sector vitivinícola, enfrenta un cambio significativo en sus dinámicas de consumo. Las ciudades de primer nivel, como Pekín y Shanghái, que anteriormente representaban el epicentro de las ventas de vino, ahora están pasando por un momento complejo debido a la desaceleración económica. A medida que el panorama económico se despliega, las ciudades de segundo y tercer nivel emergen como líderes emergentes en la compra de vinos, lo que indica un cambio de paradigma en el comportamiento de consumo dentro del vasto mercado chino.
Auge de las ciudades de segundo y tercer nivel
En los últimos años, el interés en mercados más pequeños ha empezado a despuntar; las ciudades como Dalian, Hefei y Guiyang se están posicionando como mercados prometedores. Las razones son varias:
- Coste de vida más bajo: Las ciudades de segundo nivel ofrecen un coste de vida más asequible en comparación con los núcleos urbanos de primer nivel, lo que permite a los consumidores destinar mayores ingresos a productos no esenciales como el vino.
- Crecimiento de la clase media: Un incremento notable en la población de clase media en estas localidades fomenta un mayor interés en productos de lujo.
- Menos saturación del mercado: Las ciudades de primer nivel están saturadas y la competencia resulta feroz; en contraste, los mercados emergentes aún están en una fase de exploración.
El impacto de este cambio se observa no solo en las dinámicas de consumo, sino también en las importaciones. Datos recientes indican que, aunque las ciudades del este de China concentran una gran parte de los importadores de vino, las regiones del suroeste, a pesar de su menor volumen de importaciones, están empezando a sobresalir en la premiumización de productos vitivinícolas.
A medida que el comportamiento de compra evoluciona, se evidencia que la clave del futuro del vino en China reside en la creciente afición de sus consumidores en ciudades menos tradicionales.