Stef Yim, ex sommelier de Los Ángeles, ha conjugado su fascinación por los vinos procedentes de suelos volcánicos y su sueño de fabricar su propio vino. Habiendo trabajado en la región de Madiran en Francia antes de apostar por Etna como ubicación para su viñedo, Yim ha cosechado una variedad de uvas de nueve «contrada» diferentes, obteniendo una línea de vinos cuya identidad se vincula con la altitud.
Variedad en la elaboración
Para Stef Yim, lo importante es la experimentación. No existen dos vinos iguales en su bodega, desde una variedad de blancos fermentados en su piel y con un sabor a pera y cítricos, hasta un Etna Rosso compuesto en un 90% por uvas Nerello Mascalese y un 10% por Nerello Cappuccio, envejecido 20 meses en barriles y fibra de vidrio, con un sabor que es a la vez jugoso y lineal.
Su Sciara 980 Etna Rosso 2020 aporta toques de grosella roja y fresa, además de aromas a cereza ácida. Por otro lado, su Sciara 1200 Etna Rosso 2020 presenta notas a frutas rojas y cerezas, con un toque de jengibre, que le confieren una estructura fresca y refinada. Todos son fermentados con levaduras salvajes y sin control de temperatura.
Estos vinos de la región volcánica de Etna no sólo son una expresión de la pasión de un solo hombre, sino también un testimonio de la riqueza del terroir del que proceden. Los suelos volcánicos aportan un componente mineral a los vinos que no se encuentra en uvas cultivadas en otros suelos, ofreciendo a Stef Yim el lienzo perfecto para experimentar y producir vinos que son verdaderamente únicos.
Si bien la bodega de Stef Yim puede ser vista por algunos como «aislada», la calidad de sus vinos y su dedicación al arte de la vinicultura demuestra que incluso en las condiciones más aisladas pueden surgir maravillas. El trabajo de Yim pone de manifiesto la posibilidad de innovar y experimentar dentro de la tradición vinícola, produciendo vinos que no sólo expresan el «terroir» del que proceden, sino también la visión singular y apasionada de su creador.