- La cantante española Natalia Lacunza sorprendió a sus seguidores al compartir en redes sociales su experiencia en un restaurante de Dabiz Muñoz.
- El desayuno, que alcanzó los 40 euros, desató comentarios de asombro, humor y debate sobre los precios de la gastronomía de autor.
- Entre risas y críticas ligeras, la artista evaluó cada plato, dejando un veredicto que pronto se volvió viral.
Al llegar al restaurante ubicado en un aeropuerto, Lacunza quiso probar por sí misma la propuesta de Dabiz Muñoz. El cocinero madrileño, con varias estrellas Michelin y fama internacional, ha trasladado parte de su sello creativo a espacios más informales como este. Sin embargo, lo que debía ser un desayuno tranquilo se convirtió en una anécdota inolvidable para la cantante y sus seguidores. «Espero que esté buenísimo, porque nos ha costado 40 euros», dijo con humor antes de probar el primer plato.
Natalia Lacunza se topa con la sorpresa
La elección inicial fue un clásico: un sándwich mixto. A simple vista, nada demasiado sofisticado. Tras darle el primer bocado, la artista fue sincera: «Está rico, pero sin misterio». Lo calificó como un desayuno correcto, aunque consideró que los 14 euros del plato no se justificaban con lo servido. Ese comentario fue suficiente para encender la chispa de las redes, donde muchos usuarios se sintieron identificados con la sorpresa de pagar de más por algo aparentemente sencillo.
La cantante compartió cada detalle como si fuera una crónica gastronómica improvisada. La reacción al ver la cuenta no fue de enfado, sino de desconcierto divertido. «Por ese precio, espero que al menos me dé fuerzas para el vuelo», añadió entre carcajadas.
@natalialacunza13 probando el hungry club … opiniones????
♬ original sound – Natalia Lacunza
El veredicto plato a plato
Tras el mixto, Lacunza quiso dar una segunda oportunidad a la carta. Apostó por un sándwich de huevo con bacon. Esta vez, la valoración fue más positiva: un 9,5 sobre 10. El único “pero” que señaló fue la escasez de bacon en la preparación, aunque reconoció que la combinación estaba sabrosa y mejor resuelta que la anterior.
El postre fue otro momento estelar. Optó por un cruasán relleno de mantequilla y chocolate, que describió como «buenísimo» y al mismo tiempo «una marranada total» por lo dulce y contundente del bocado. Con esa mezcla de disfrute y exceso, la artista cerró su desayuno con un gesto cómplice hacia sus seguidores, dejando claro que, más allá del precio, había encontrado algo memorable en el menú.
En la suma de impresiones, su nota general pasó de un 7/10 inicial “por overprice” a un 8/10 tras disfrutar de los últimos bocados. Una calificación que refleja la balanza entre sabor, experiencia y bolsillo.
Un desayuno convertido en debate
Lo que pudo haber quedado en una anécdota privada se convirtió en tema de conversación colectiva. Los seguidores de Lacunza comentaron con entusiasmo sus vídeos y expresaron opiniones encontradas. Algunos coincidían en que pagar 40 euros por un desayuno en un aeropuerto es excesivo, sin importar la firma detrás del plato. Otros defendían que la gastronomía de Dabiz Muñoz tiene un valor añadido que va más allá de los ingredientes.
La viralización fue inmediata. En pocas horas, las frases «espero que esté buenísimo» y «rico pero sin misterio» circulaban por redes como si fueran memes gastronómicos. Lo curioso fue que, más allá de la crítica, el tono de la conversación se mantuvo ligero y divertido, un reflejo del estilo cercano con el que Lacunza relató su experiencia.
¿Precio justo o simple marketing?
El episodio abrió una pregunta recurrente en la era de la cocina de autor: ¿pagamos por el plato o por la marca que lo respalda? Dabiz Muñoz es uno de los chefs más reconocidos de España, con una propuesta innovadora que ha sabido trascender los restaurantes de lujo para llegar a aeropuertos y espacios más casuales. Sin embargo, trasladar esa experiencia a un formato rápido y con precios elevados genera opiniones divididas.
En el caso de Natalia Lacunza, la crítica no fue un ataque, sino una reflexión compartida. Reconoció lo bueno y lo caro, lo sabroso y lo mejorable. Su relato encarna la experiencia de muchos viajeros que, entre vuelos y esperas, deciden probar algo diferente y terminan debatiendo si valió la pena la inversión.
La experiencia de una estrella en un aeropuerto
Que una cantante como Natalia Lacunza, con miles de seguidores, comparta una vivencia cotidiana le dio más fuerza a la anécdota. No se trató solo de comer en un restaurante de un chef famoso, sino de mostrar cómo cualquier persona —sea artista o viajero común— puede sorprenderse con una cuenta inesperada. El eco en redes mostró que lo viral no siempre nace de lo extraordinario, sino de lo cotidiano narrado con autenticidad.
La reacción de Lacunza no buscaba polémica, pero abrió la puerta a un tema que siempre despierta interés: el equilibrio entre el lujo gastronómico y la vida real. ¿Hasta qué punto merece la pena pagar por un sello reconocido cuando el resultado no sorprende tanto al paladar?
Entre el lujo y el bolsillo común
La historia del desayuno de 40 euros revela más que un simple exceso de precio. Habla de expectativas, de la influencia de los nombres reconocidos y del contraste entre lo que se paga y lo que realmente se recibe. Para algunos, la experiencia de probar un menú firmado por Dabiz Muñoz justifica la inversión. Para otros, sigue siendo un ejemplo de cómo el marketing puede inflar lo cotidiano.
Natalia Lacunza convirtió un desayuno en un debate social, y lo hizo con humor, sinceridad y un toque de crítica ligera. La pregunta queda abierta para cada lector: ¿tú pagarías 40 euros por un sándwich, un cruasán y una bebida en un aeropuerto?
El lujo gastronómico puede estar al alcance de la mano, pero siempre nos deja con una duda en el aire: ¿fue realmente una experiencia única o solo una factura más difícil de digerir?
Y ahora la reflexión es tuya: ¿qué opinas de la experiencia de Lacunza? ¿Es un lujo que merece la pena o un gasto innecesario?
