La falta de agua está causando estragos en los sectores agrícolas de Alicante, principalmente entre los vinicultores. La sequía, que se ha convertido en una situación extrema, amenaza la producción de vino en la provincia, poniendo en peligro las cosechas, mermando los beneficios y empeorando la calidad del vino producido.
Un año crítico para la vinicultura en Alicante
La ausencia de lluvia durante cerca de un año en las regiones vitivinícolas ha llevado a una disminución dramática de la producción de uva. Según Eladio Martín Aniorte, gerente de Vinos de Alicante Denominación de Origen Protegida (DOP), la provincia está viviendo una «sequía gravísima», anticipando un récord de mínimos en cuanto a la producción tanto de uva blanca como tinta esta temporada.
La sequía se ve agravada por el calor, que provoca que la uva madure antes de tiempo, obligando a una recolección temprana. «Las vendimias se hacen a mitad de agosto y el año pasado se adelantó la recogida a la segunda quincena de julio», afirma Martín.
La gravitación del problema ha obligado a muchos vinicultores de secano a cambiar a un modelo de regadío, una solución costosa y temporal, pues el precio del agua está aumentando debido a la escasez. Esta situación se refleja principalmente en la Marina Alta, donde su cultivo, altamente dependiente de la humedad del mar y de las nubes, sufre de manera más acusada la ausencia de precipitaciones.
Impactos en la calidad del vino
El sabor del vino también está demostrando ser una víctima silenciosa de la sequía. Los factores climáticos han desembocado en un vino de peor calidad. Martín explica que esta sequía puede influir en que la planta crezca más pequeña, con menos carga alcohólica y azúcar, afectando negativamente a la maduración. Además la sequía también determina el nivel de tostado de la piel de la uva, un factor decisivo en el perfil de sabor del vino.
Necesidad de medidas y apoyo
El sector vinícola de Alicante clama desesperadamente por auxilio y medidas que atajen esta crisis. Desde Vinos de Alicante reclaman a la Generalitat Valenciana un uso responsable del agua y ayudas para los agricultores que se ven arrastrados a abandonar sus cosechas debido a la poca rentabilidad que obtienen. La sequía es considerada por el diario como «un acelerador del abandono». La inacción del gobierno y la falta de apoyo a la agricultura vitivinícola han incrementado la tensión y la incertidumbre entre los vinicultores de la provincia, que ven amenazada la viabilidad económica y la continuidad de sus cultivos.