Hablar de vino es hablar de historia, de paisaje y de raíces que se entrelazan con el tiempo. No es solo una bebida; es un relato embotellado que nos habla del pasado y del presente de una tierra, de la pasión de quienes la cultivan y de la evolución de los sabores que nos acompañan. En este contexto, Abadal Nurva se presenta como un homenaje vivo a la tradición vinícola del Pla de Bages, una región con siglos de historia en el arte de la viticultura y que, sin embargo, sigue evolucionando con la mirada puesta en el futuro.
Este vino no es un rosado más. Es el resultado de décadas de trabajo, investigación y amor por las variedades autóctonas. Porque sí, en un mundo donde los vinos rosados han ganado un protagonismo merecido, Abadal Nurva destaca por ser mucho más que una tendencia: es un símbolo de la identidad del Bages, una conexión con su historia y, al mismo tiempo, una visión de lo que está por venir.
El renacer de las variedades autóctonas del Bages
Cuando se habla de la Denominación de Origen Pla de Bages, se habla de una zona donde el viñedo convive con el bosque mediterráneo, en un entorno de terrazas naturales que han sido cultivadas generación tras generación. Y en ese paisaje, Abadal ha hecho de la recuperación de sus variedades históricas su sello distintivo.
Desde su fundación en 1983, la bodega se ha propuesto redescubrir y revalorizar uvas que estuvieron a punto de perderse en el tiempo. La picapoll fue la primera en recibir su merecido protagonismo, convirtiéndose en la variedad insignia de la D.O. Pla de Bages. Pero el trabajo no se detuvo ahí. Con Abadal Nurva, la bodega da un paso más en este camino, apostando también por la mandó y la sumoll, variedades que durante mucho tiempo fueron olvidadas y que hoy resurgen con fuerza gracias a proyectos como este.
Recuperarlas no ha sido tarea fácil. En el caso de la mandó, por ejemplo, han sido necesarios más de 20 años de investigación y recuperación a partir de cepas localizadas en distintas poblaciones del Bages como Navàs, Cardona y Rocafort. Pero el esfuerzo ha valido la pena, porque esta uva no solo tiene una historia que contar, sino que también representa una alternativa clave para la viticultura del futuro. Su maduración tardía y su resistencia al calor la convierten en una aliada perfecta frente al cambio climático, asegurando la continuidad de vinos equilibrados y frescos, incluso en condiciones cada vez más extremas.
Un rosado con carácter, frescura y mucha personalidad
Si hay algo que distingue a Abadal Nurva, es su capacidad para capturar la esencia del Bages en cada copa. Lejos de ser un rosado ligero o efímero, este vino se define por su complejidad y estructura, logradas gracias a un coupage cuidadosamente seleccionado:
- Mandó (60%): aporta elegancia, finura y una frescura vibrante.
- Sumoll (25%): refuerza la acidez del vino y añade una mineralidad característica.
- Picapoll negra (15%): redondea el conjunto con sus matices delicados y su textura sedosa.
El proceso de elaboración es clave en su identidad. Para preservar al máximo la expresión de cada variedad, el vino pasa por una maceración corta en frío, seguida de una crianza sobre sus propias lías entre dos y tres meses, lo que le aporta mayor cremosidad y volumen en boca. Como detalle distintivo, un 10% del vino envejece en barricas de roble de 500 litros durante tres meses, lo que le suma estructura sin restarle frescura.
El resultado es un vino de tono rosa pálido con reflejos salmón, que seduce a primera vista y enamora al primer sorbo. En nariz, despliega aromas que evocan el bosque mediterráneo, con notas de hinojo, hierbas aromáticas y fruta roja, acompañadas de un ligero toque especiado. En boca, sorprende por su equilibrio: su acidez vibrante lo hace fresco y ligero, pero al mismo tiempo se siente amplio y elegante, con una persistencia que invita a seguir disfrutándolo.
Maridaje: un vino versátil para compartir y disfrutar
Uno de los grandes atractivos de Abadal Nurva es su capacidad para acompañar una gran variedad de platos, desde los más sencillos hasta los más elaborados. Su carácter fresco y su estructura equilibrada lo convierten en el aliado perfecto para:
- Ensaladas y verduras a la brasa: la combinación de su acidez con los sabores herbáceos realza los ingredientes frescos.
- Pescados a la parrilla y carnes blancas: su complejidad le permite integrarse con los sabores suaves y realzar su sabor.
- Pastas y pizzas artesanales: su equilibrio entre frescura y estructura lo convierte en un maridaje ideal para platos mediterráneos.
Pero más allá de la comida, Abadal Nurva es un vino que se disfruta en cualquier ocasión. Es perfecto para compartir una tarde de verano, para acompañar una charla entre amigos o simplemente para brindar por los pequeños placeres de la vida.
Más que un vino, una historia embotellada
En un mundo donde las tendencias cambian constantemente, hay algo que sigue inmutable: la conexión entre el vino y su territorio. Abadal Nurva no es solo un rosado; es un testimonio de la pasión de una bodega por recuperar sus raíces y reinterpretarlas de una manera contemporánea. Es la prueba de que la tradición y la innovación pueden ir de la mano, creando vinos que respetan su pasado, pero que miran al futuro con ambición y determinación.
Con un PVP de 11,90 €, Abadal Nurva se convierte en una invitación a descubrir un rincón único del Bages, donde el bosque y el viñedo se funden en un paisaje lleno de historia. Un vino que habla de la tierra que lo ha visto nacer, de la dedicación de quienes lo han creado y del placer de disfrutar cada copa como si fuera un viaje sensorial por el corazón de Cataluña.
Así que la próxima vez que busques un rosado con alma, carácter y personalidad, ya sabes cuál elegir.