A veces, los viajes nos llevan a lugares que trascienden las expectativas y nos conectan con algo más grande que nosotros mismos. Esto es exactamente lo que sentí al visitar Maribor, en Eslovenia, donde se encuentra la vid más antigua del mundo en producción activa, un verdadero tesoro de más de 400 años conocido como Stara Trta. Decidí emprender este viaje después de leer sobre esta maravilla en un artículo, pero lo que encontré allí superó con creces cualquier descripción que hubiera imaginado.
Llegar a Maribor: un destino que respira historia
Cuando llegué a Maribor, una ciudad que combina encanto histórico con modernidad, supe que estaba en un lugar especial. Situada a orillas del río Drava, la ciudad tiene un aire tranquilo, casi nostálgico. Al pasear por sus calles adoquinadas, me dirigí hacia la Casa de la Vid Vieja, un edificio histórico donde crece esta planta asombrosa. La emoción de estar frente a algo tan antiguo y lleno de vida me hizo sentir pequeña pero, al mismo tiempo, conectada con siglos de historia.
Ahí estaba, en todo su esplendor, la Stara Trta, una vid que había sobrevivido a guerras, plagas, cambios climáticos y transformaciones sociales. Sus ramas retorcidas y robustas parecían contar historias de tiempos pasados. Me acerqué, casi con reverencia, y me di cuenta de que no solo estaba observando una planta, sino un símbolo de resiliencia y conexión humana.
Mi primer encuentro con la Stara Trta
Mientras estaba frente a la vid, un guía local comenzó a explicarnos su historia. Supe que esta vid data del siglo XVII y que, sorprendentemente, aún produce uvas cada temporada. Estas se transforman en un vino muy especial, embotellado en cantidades limitadísimas. Aunque no estaba destinada a probarlo, el simple hecho de estar cerca de este legado vivo me llenó de una extraña euforia. Es como si pudiera sentir el peso de los siglos en el aire.
El guía compartió que esta vid pertenece a una variedad autóctona llamada Žametovka, conocida por su resistencia y adaptación. La dedicación de los viticultores locales ha sido crucial para que siga prosperando. Lo más fascinante fue escuchar cómo esta vid ha resistido plagas que arrasaron viñedos en toda Europa, como la filoxera, que diezmó la viticultura en el siglo XIX. Es un verdadero milagro de la naturaleza y el cuidado humano.
Participar en el Festival de la Vid Vieja
Tuve la suerte de visitar Maribor durante el Festival de la Vid Vieja, que se celebra cada otoño para honrar este ícono nacional. El ambiente era vibrante, lleno de música tradicional, danzas folclóricas y, por supuesto, vino local. Fue una experiencia que tocó todos mis sentidos: los colores vivos de los trajes, el sonido de los violines y la calidez de la comunidad local, que claramente siente un profundo orgullo por este legado.
La ceremonia de la cosecha fue un momento emocionante. Un grupo de viticultores, vestidos con ropa tradicional, recogió las uvas con un cuidado casi ceremonial. Me uní a otros visitantes para probar algunos de los vinos producidos en la región, y aunque no probé el exclusivo vino de la Stara Trta, cada sorbo fue un tributo a la rica tradición vitivinícola de Eslovenia.

Reflexiones bajo la sombra de la vid
Mientras me sentaba cerca de la vid, reflexioné sobre todo lo que había aprendido y experimentado. Esta planta no es solo una curiosidad histórica; es un símbolo de resistencia, de cómo algo puede prosperar contra todo pronóstico. Pensé en lo que la Stara Trta representa: la conexión entre generaciones, la paciencia de la naturaleza y la importancia de cuidar lo que tenemos.
El guía también mencionó cómo los esquejes de la vid han sido enviados como regalos diplomáticos a diferentes países. Este detalle me conmovió profundamente. Es como si Eslovenia compartiera un pedazo de su alma, un mensaje de longevidad y paz con el resto del mundo.
Lo que me llevo de esta experiencia
Antes de irme, compré un pequeño recuerdo: una botella de vino local, no de la Stara Trta, pero suficiente para recordar esta experiencia cada vez que lo vea. También recogí algunas historias y lecciones que me quedarán para siempre.
Esta visita me enseñó que las raíces profundas, ya sean de una planta o de nuestras propias conexiones humanas, son las que nos sostienen incluso en los tiempos más difíciles. La vid más antigua del mundo es un recordatorio de que la naturaleza y la humanidad están intrínsecamente ligadas. Y que, con cuidado y respeto, podemos mantener vivos los legados que realmente importan.
Así que, si alguna vez tienes la oportunidad de visitar Maribor, no lo dudes. La Stara Trta no es solo una planta; es un puente entre el pasado y el presente, una fuente de inspiración y un testimonio de lo que la vida puede lograr, incluso después de 400 años.