Laguardia, ubicado en la provincia de Álava, en el corazón de la Rioja Alavesa, es un destino que parece haber salido de un cuento. Este pequeño pueblo medieval no solo destaca por sus paisajes pintorescos y su impresionante patrimonio histórico, sino también por un elemento único que lo convierte en un lugar mágico para los amantes del vino: sus bodegas subterráneas.
Un paseo por la historia de Laguardia
Fundado en el siglo X como una villa fortificada para protegerse de posibles invasores, Laguardia conserva intacto su espíritu medieval. Al caminar por sus calles empedradas y estrechas, rodeadas por antiguas murallas, los visitantes son transportados a otra época. Iglesias como la de Santa María de los Reyes, con su magnífico pórtico policromado, y la de San Juan Bautista, son testigos mudos del tiempo y se alzan como emblemas de su riqueza histórica.
Pero lo que realmente distingue a Laguardia de otros pueblos medievales es lo que yace bajo su superficie: una red de bodegas subterráneas que data de hace varios siglos. Estas bodegas, excavadas directamente en la roca, se extienden como un laberinto bajo las casas del casco histórico y han sido utilizadas durante generaciones para la elaboración y almacenamiento de vinos.
Las bodegas subterráneas: el alma del pueblo
Las bodegas subterráneas de Laguardia no solo son un elemento funcional en la tradición vitivinícola, sino también un símbolo de la estrecha relación entre la comunidad y el vino. Estas cuevas, muchas de las cuales tienen más de 500 años de antigüedad, se mantienen a una temperatura constante durante todo el año, lo que las convierte en el lugar ideal para la crianza de vinos de alta calidad.
Al visitar estas bodegas, los viajeros pueden descubrir los secretos del proceso de elaboración del vino y degustar caldos que reflejan la riqueza de los viñedos de la Rioja Alavesa. Algunas bodegas familiares han sido transformadas en acogedores espacios turísticos donde los visitantes pueden disfrutar de catas guiadas y aprender sobre la historia y las tradiciones vinícolas de la región.
Laguardia y su entorno: un paraíso para los amantes del vino
Laguardia se encuentra rodeado por un mar de viñedos que se extienden hasta donde alcanza la vista, un escenario que cambia de tonalidades a lo largo del año y que ofrece paisajes de ensueño. Las bodegas modernas de la zona, diseñadas por arquitectos de renombre como Santiago Calatrava y Frank Gehry, complementan la oferta tradicional con toques de innovación y diseño contemporáneo.
La región de la Rioja Alavesa, famosa por sus vinos tintos de alta calidad, ofrece a los visitantes la oportunidad de sumergirse en la cultura del vino a través de rutas enológicas, visitas guiadas y eventos especiales como la Fiesta de la Vendimia. Laguardia es, sin duda, el epicentro de esta experiencia sensorial, donde la tradición y la modernidad se entrelazan.
Más allá del vino: la magia de Laguardia
Aunque el vino es el gran protagonista, Laguardia también ofrece otros encantos. Sus vistas panorámicas a la Sierra de Cantabria, el encanto de su arquitectura medieval y su rica gastronomía convierten a este pueblo en un destino integral. Platos como el chuletón al sarmiento o las patatas a la riojana, acompañados de un buen vino local, son el complemento perfecto para cualquier visita.
Además, el entorno natural de Laguardia invita a explorar, con rutas de senderismo que atraviesan viñedos y montañas, así como la posibilidad de descubrir yacimientos arqueológicos como La Hoya, un antiguo poblado prerromano que revela la historia más remota de la región.
Un destino imprescindible para los amantes del vino y la historia
Laguardia es mucho más que un pueblo medieval; es un lugar donde la historia, la tradición y la cultura del vino convergen en perfecta armonía. Para quienes buscan una experiencia auténtica, enológica y cultural, este rincón de España es una parada obligatoria.
Ya sea paseando por sus calles llenas de encanto, explorando sus bodegas subterráneas o deleitándose con un buen vino, visitar Laguardia es sumergirse en la magia de uno de los pueblos más emblemáticos de la Rioja Alavesa. Un lugar que, como su vino, mejora con el tiempo y deja un sabor inolvidable en la memoria de quienes tienen la fortuna de descubrirlo.