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Diferencias entre oler y saborear el vino: cómo entender y disfrutar sus aromas

Cuando disfrutamos de una copa de vino, nuestros sentidos se embarcan en una exploración donde olfato y gusto trabajan en armonía. Aunque, curiosamente, ambos no tienen la misma capacidad para distinguir los aromas. Aquí, les explicaremos el porqué de esta dualidad y su incidencia en nuestra apreciación del vino.

Interpretando los aromas del vino

La degustación de vino es una experiencia multisensorial. Nuestro olfato se apodera de los aromas desprendidos por el vino, mientras nuestro gusto siente la sinfonía de sabores en boca. Pero ¿qué ocurre realmente cuando bebemos vino?

Paradójicamente, no son nuestras papilas gustativas las encargadas de trabajar la parte aromática del vino, sino nuestros receptores olfativos. Al acercar la nariz al vino, las moléculas aromáticas entran en contacto con estos receptores olfativos, enviándolas directamente al cerebro para su interpretación.

Sin embargo, no todas las moléculas tienen la misma volatilidad, es decir, no todas tienen la misma facilidad para evaporarse y ser captadas por los receptores olfativos. Así, los aromas frutales, florales o los compuestos sulfurados suelen ser los primeros en percibirse. Para desentrañar todos los matices, a menudo es necesario airear el vino, facilitando la liberación de los aromas menos volátiles.

Nuestra percepción subjetiva de los aromas

Cada individuo experimenta los sabores y aromas de una manera única, dada la diversidad natural de nuestro organismo. Esto explica las notables diferencias entre los expertos en vino, entrenados para distinguir sutilezas, y los bebedores ocasionales.

Con paciencia y práctica, se pueden mejorar nuestras habilidades de cata, aprendiendo a comparar vinos y recordar los perfiles aromáticos más comunes. Así, cada uno será capaz de descubrir su gusto personal y seleccionar los vinos que más se ajusten a sus preferencias.

Disfrutando plenamente de los aromas del vino

Para disfrutar en su totalidad de los aromas del vino, hay algunos tips que se pueden seguir:

1. Selección del vaso: es importante usar una copa adecuada al tipo de vino que se está degustando. Algunos vinos requieren un recipiente con una abertura amplia para facilitar la aeración, otros necesitan un vaso con una apertura más estrecha para concentrar los aromas.

2. Temperatura de servicio: la temperatura a la que se sirve un vino puede cambiar radicalmente su sabor. Los vinos blancos suelen servirse más frescos para mantener la frescura de sus aromas, mientras que los tintos se sirven un poco más calientes para liberar sabores más complejos.

3. Aireación y decantación: para los vinos con más cuerpo o envejecidos, la aireación puede ayudar a liberar sus complejos aromas. Para los vinos más jóvenes o con un alto contenido en taninos, la decantación puede suavizar e intensificar sus aromas.

Incluir estas técnicas en nuestra rutina de cata nos permitirá adentrarnos en la complejidad del mundo del vino y disfrutar más aún de sus matices. Después de todo, el vino no es solo un producto, sino una experiencia sensorial completa.

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