El imponente legado del vino en España tiene sus raíces en el siglo XIX, cuando en 1890, se estableció la innovadora y arriesgada apuesta de cinco caballeros, tres vascos y dos riojanos. Contexto en el que, frente a la fulminante plaga de la filoxera que arruinaba las viñas en Francia, se resolvió establecer un nuevo negocio vitivinícola en España. Aquí, la amenaza del insecto todavía se mantenía distante y los recursos naturales del Rioja prometían la salvación del negocio enológico.
Origen de un Vino Emblemático
La decisión no fue un acto impulsivo. El proyecto implicó significativas inversiones, con los vascos proporcionando la financiación inicial de 112.500 pesetas y los riojanos aportando tierras y viñedos. Juntos, fundaron la bodega junto a la vía del tren en el Barrio de la Estación de Haro, generando las condiciones ideales para exportar los productos a través del puerto de Bilbao hasta Burdeos, convirtiéndose en la Sociedad Vinícola de La Rioja Alta S. A.
A la cabeza de esta nueva compañía estaba una mujer, Saturnina García Cid, quien demostró su capacidad para dirigir uno de los principales productores de vinos de España. Complementando sus esfuerzos estaba un francés, el enólogo Vigier, cuya experiencia fue esencial para la elaboración de vinos al estilo Medoc.
Los primeros vinos, lanzados con la marca 1890, se clasificaban como «Crianza», dado que en esa época no existía la clasificación de Reserva y Gran Reserva. Sin embargo, estos vinos se posicionaron como firmas legendarias del vino español.
Luchando contra los desafíos que surgieron a lo largo de los años, la Sociedad Vinícola de La Rioja Alta ha mostrado una resistencia impresionante, sobreviviendo varias crisis económicas y conflictos globales sin comprometer su dedicación a la calidad y excelencia del vino.
Además, en la actualidad, la bodega se respalda con tecnología igual de relevante, aplicando herramientas modernas para la selección de uvas y gestionando casi 500 hectáreas propias de viñedos para controlar su producción.
Finalmente, se ha destacado, en particular, por la exquisita elaboración del Viña Arana 2016. Este vino se compone de un 95% de tempranillo y un 5% de graciano, y se destaca por su elegancia, profundidad y madurez, brindando un aroma y sabor que capturan la esencia de su rica herencia histórica, digna de su precio de 32 euros por botella. Sin duda, la visión pionera de los cinco accionistas iniciales ha capeado todo tipo de tormentas, y sigue reinventándose y creciendo con firmeza en la innovación y excelencia vitivinícola.