Al abordar el tema de la geología, es frecuente toparnos con términos técnicos y distintos tipos de suelos. A este respecto, uno de los más interesantes y ricos en particularidades son los suelos arcillo-calcáreos. Estos suelos poseen una base eminentemente calcárea, pero además, asimilan ciertas características de las arcillas y contienen diversos materiales originarios de muy distinto tipo de rocas y suelos.
El suelo arcillo-calcáreo puede describirse, en términos generales, como un suelo conglomerado. Sus características evidencian la diversidad de su constitución ya que, cuando algunos suelos se erosionan, se conservan las rocas, las cuales van formando estos increíbles sedimentos. Estos originan principalmente de la erosión hídrica y reflejan distintas etapas geológicas como si de un libro se tratara, permitiéndonos leer la evolución de la tierra a través de las huellas dejadas en estos suelos.
Hallazgo de los suelos arcillo-calcáreos
Es común hallar este tipo de suelo en las inmediaciones de la Sierra de Montsant y también en caminos, laderas y barrancos que configuran el paisaje de la DO Montsant. Esta región de España, además de destacar por su belleza natural, es notable por la riqueza de sus suelos en los que se pueden encontrar ejemplos de suelos arcillo-calcáreos, representando en sí mismos un fascinante y valioso resumen de las formaciones y tipos de suelo que hemos expuesto.
En resumen, los suelos arcillo-calcáreos desempeñan un papel fundamental en el mundo de la geología y de la viticultura, pues las características propias que les confiere su formación redundan en una diversidad enológica asombrosa. Aprendiendo sobre ellos, no sólo comprendemos aspectos físicos y procesos de nuestro planeta, también damos un primer paso hacia la apreciación de las delicadas interacciones entre suelo, clima y uva que dan lugar a los inimitables vinos de una zona.