La cata se realizó en el marco de una campaña que busca fomentar una mayor inclusión y accesibilidad en el mundo de la enología. La iniciativa permitió a las personas con discapacidades visuales participar y disfrutar de una experiencia normalmente visual, centrándose en los otros sentidos.
Catando el “oro líquido” de La Mancha
Bajo la guía de María Trujillo, corresponsable del Panel de Cata del Consejo Regulador, la Noche Inclusiva de Cata de Vinos permitió a los visitantes de la ONCE participar en una experiencia sensorial a través de diferentes talleres de entrenamiento organoléptico. Pudieron distinguir y disfrutar de los diferentes aromas presentes en un característico vino blanco airén, así como diferenciar los sutiles matices de varios vinos tintos tempranillo de diferentes añadas.
Lejos de ser un obstáculo, su discapacidad visual se convirtió en una ventana que les permitió explorar nuevas sensaciones y descubrir otra forma de acercarse al vino. «Fue una experiencia sensorial única y especial que nos dejó muy satisfechos», señaló Manuel Peinado, uno de los visitantes.
La cata sin barreras representa un valioso esfuerzo por parte de la sede del Consejo Regulador, como parte de la Ruta del Vino de La Mancha, para fomentar el enoturismo inclusivo. No solo busca acercar la cultura del vino a diversas audiencias, sino también demostrar que disfrutar del vino puede ir más allá de la visión. En palabras de un entusiasta asistente, demostró que la apreciación del vino es un arte sensorial integrado que puede ser plenamente disfrutado sin la necesidad de la vista.
La cata se realizó en el marco de una campaña que busca fomentar una mayor inclusión y accesibilidad en el mundo de la enología. La iniciativa permitió a las personas con discapacidades visuales participar y disfrutar de una experiencia normalmente visual, centrándose en los otros sentidos.
Catando el “oro líquido” de La Mancha
Bajo la guía de María Trujillo, corresponsable del Panel de Cata del Consejo Regulador, la Noche Inclusiva de Cata de Vinos permitió a los visitantes de la ONCE participar en una experiencia sensorial a través de diferentes talleres de entrenamiento organoléptico. Pudieron distinguir y disfrutar de los diferentes aromas presentes en un característico vino blanco airén, así como diferenciar los sutiles matices de varios vinos tintos tempranillo de diferentes añadas.
Lejos de ser un obstáculo, su discapacidad visual se convirtió en una ventana que les permitió explorar nuevas sensaciones y descubrir otra forma de acercarse al vino. «Fue una experiencia sensorial única y especial que nos dejó muy satisfechos», señaló Manuel Peinado, uno de los visitantes.
La cata sin barreras representa un valioso esfuerzo por parte de la sede del Consejo Regulador, como parte de la Ruta del Vino de La Mancha, para fomentar el enoturismo inclusivo. No solo busca acercar la cultura del vino a diversas audiencias, sino también demostrar que disfrutar del vino puede ir más allá de la visión. En palabras de un entusiasta asistente, demostró que la apreciación del vino es un arte sensorial integrado que puede ser plenamente disfrutado sin la necesidad de la vista.