En el corazón de la región de Valle d’Aosta, rodeada de majestuosas montañas, se encuentra una bodega que ha redefinido la viticultura: Rosset Terroir. Esta empresa vitivinícola ha conseguido destacar en un entorno desafiante, poniendo en valor tanto los viticultores autóctonos como variedades internacionales. Su enfoque valiente y singular en el cultivo de uvas se convierte en un auténtico ejemplo de lo que puede lograrse mediante la dedicación y el respeto al medio ambiente.
UN ENFOQUE INNOVADOR EN LA VITICULTURA
Desde su establecimiento en 2001 por la familia Rosset, Rosset Terroir ha apostado por una viticultura heroica que resalta la singularidad de cada cepa. Iniciaron su andadura con un modesto viñedo de tres hectáreas, centrándose en variedades autóctonas de la región como el cornalin, fumin y petit rouge, al tiempo que incorporaban reconocidas variedades globales como el syrah y el chardonnay. Este enfoque ha permitido a la bodega diferenciarse y establecerse como un símbolo de calidad en el sector vitivinícola.
Uno de los hitos significativos en la trayectoria de Rosset Terroir fue la adquisición de nuevos viñedos en 2017. Estas tierras situadas a más de 900 metros de altitud dieron origen al aclamado vino Sopraquota 900, que rápidamente ganó reconocimiento y ha colocado a la bodega en el mapa internacional del vino.
COMPROMISO CON LA SOSTENIBILIDAD
Un elemento diferenciador en la filosofía de Rosset Terroir es su compromiso con la sostenibilidad. Desde 2014, la bodega ha dejado de usar productos químicos de síntesis, optando por prácticas biológicas que no solo mejoran la calidad de los vinos, sino que también contribuyen a la conservación de la biodiversidad local. A través de la implementación de técnicas tradicionales de cultivo en terrazas, se previene la erosión del suelo, demostrando que la modernidad y la tradición pueden coexistir de manera armoniosa.
Hoy en día, Rosset Terroir gestiona alrededor de 15 hectáreas de viñedos y produce aproximadamente 50,000 botellas anualmente, un 30% de las cuales se exportan a mercados internacionales que van desde Europa hasta Japón. El objetivo a futuro, tan ambicioso como sensato, es alcanzar una producción de 80,000 botellas manteniendo la esencia y calidad que caracteriza a sus vinos.