La tradición vitivinícola familia de Beaujolais: el Dominio Marcel Lapierre
Desde hace décadas, el Dominio Marcel Lapierre ha ocupado un lugar de influencia y reconocimiento en la industria vinícola de Beaujolais, siendo además un referente en la producción de vinos naturales. Este dominio, que comenzó su andadura a principios del siglo pasado, ha sabido mantener y perfeccionar sus procesos de producción de vinos a lo largo de las generaciones, llegando hasta nuestros días con marcada innovación y respeto por la tradición.
La transformación del Dominio Marcel Lapierre
La historia del Dominio Marcel Lapierre está fuertemente ligada a la figura de su fundador, Marcel Lapierre, quien tomó las riendas del dominio en 1973. Lapierre inició una serie de cambios vitales en su dominio que dejaron una huella significativa en la industria vinícola local y global.
Marcel Lapierre representó una postura contracorriente en una era marcada por el uso excesivo de tratamientos químicos en la vinicultura, el incremento de la producción de vino a gran escala y la homogeneización del sabor del vino. Lapierre se decantó en cambio por un enfoque orgánico y tradicional, cultivando sus viñas de manera orgánica con la intención de realzar la calidad del producto final y restituir el estilo ancestral de fabricación del vino.
Bajo la guía de Jules Chauvet, Lapierre comenzó a vinificar sin la presencia de SO2 ni levuras exógenas, un retorno a las prácticas vinícolas más tradicionales que dejaron su huella en la siguiente generación de vinicultores, entre ellos, Jean Foillard y Georges Descombes.
Con el deceso de Marcel Lapierre en 2010, sus descendientes, Camille y Mathieu Lapierre junto con su madre Marie asumieron las riendas del Dominio, perpetuando la tradición familiar y a su vez, manteniendo su filosofía que garantiza la producción de vinos Beaujolais bajo técnicas biológicas y naturales.
La generación actual del Dominio Marcel Lapierre
Hoy en día, las prácticas tradicionales del Dominio Marcel Lapierre son estrictamente respetadas y llevadas a cabo, cultivando alrededor de 18 hectáreas de viñas en las localidades de Villié-Morgon y la Côte du Py. Estas viñas, que tienen en promedio 70 años, representan el epicentro del proceso de producción del dominio que incluye procedimientos mínimamente invasivos para capturar la esencia de cada uva.
El objetivo en la bodega sigue siendo la mínima intervención posible, manteniendo la visión de Marcel Lapierre de permitir que la uva y su producto final, el vino, se expresen sin alteraciones artificiales. Este enfoque se aplica incluso a la hora de catar sus vinos, que capturan la frescura y sabor de la uva gamay con un encanto inigualable.
La labor realizada a lo largo de casi un siglo en el Dominio Marcel Lapierre ha dejado una huella profunda en el mundo de la vinicultura y continua siendo una referencia para todo amante de vinos que haya disfrutado alguna vez de sus productos. Además, su importancia radica en la preservación del patrimonio vinícola y la manifestación magistral del valor de mirar hacia atrás, en las prácticas tradicionales, para salir adelante en la producción de vinos excepcionales.