Regresando en el tiempo: el significado del millésimo 2017 en la viticultura italiana
En cualquier industria, ciertos años destacan por sus características únicas. En el mundo de la viticultura, estos años se conocen como millésimos, y ejercen una influencia notable sobre los vinos que se producen. En el caso de la producción vinícola italiana, el millésimo 2017 fue un año particularmente notable, tanto por sus dificultades como por las oportunidades que se derivaron de ellas.
La cosecha de 2017 se destacó por una producción históricamente baja, afectada por factores climáticos como el frío y la sequía que tuvieron un impacto significativo sobre los rendimientos de la uva. Sin embargo, ¿qué implicó realmente esto en términos de la calidad del vino producido en 2017?
Un millésimo como punto de partida para una nueva era vitícola
La realidad es que, aunque el millésimo 2017 fue prueba de las adversidades climáticas con un descenso en la producción del 17% en comparación con 2016, se convirtió también en un punto de inflexión en la viticultura italiana. Los viticultores observaron que fenómenos otra vez esporádicos, como las heladas o la sequía, comenzaron a afectar a casi todos los millésimos, provocando serias repercusiones cada dos años.
A pesar de las dificultades, el millésimo 2017 está valorándose positivamente en retrospectiva. Aunque inicialmente sufrió un poco por comparación con otras añadas de mayor reputación, los vinos producidos durante 2017 están mostrando sus mejores cualidades con el paso del tiempo. Ejemplo de ellos es el langhe rosso 2017 de Roagna, considerado un auténtico tesoro de sutileza por Francesco Cosci, el mejor sumiller de Italia.
2017 también fue el año en que se produjeron cambios significativos en los viñedos de las principales regiones vinícolas de Italia. En Biondi-Santi, Federico Radi se unió como nuevo director técnico y en Ornellaia se decidió lanzar «Massetino», el hermano menor del famoso «Masseto».
Gracias a todos estos factores, a pesar de las dificultades, el millésimo 2017 se está posicionando como un año vinícola de extraordinario valor. Las particularidades climáticas del año dieron lugar a vinos con una gran personalidad y frescura sorprendente, como se puede apreciar en el Brunello di Montalcino 2017 o en el Barolo 2017, descrito como equilibrado, con una acidez brillante y taninos maduros.
Así, siete años después de la cosecha, los vinos italianos del millésimo 2017 están madurando admirablemente, mostrando el resultado de aquel desafiante año vitícola e invitando a los amantes del vino a descubrir la complejidad de estos líquidos testimonios de la historia. Con la perspectiva que ofrece el paso del tiempo, este millésimo se consolida como un competitivo peldaño en la escala de excelencia vinícola italiana.