Las asperges, una verdura de temporada muy apreciada, pueden presentar ciertos desafíos a la hora de hacer maridajes con vinos. Sus sabores inimitablemente vegetales y vibrantes, acompañados de una textura fibrosa, requieren cierta pericia para encontrar la combinación perfecta. En esta entrada, desgranaremos algunas pautas para hacer el maridaje perfecto entre asperges y vinos ligérienes, famosos por su característica mineralidad.
El universo de las asperges y el vino
Entre abril y junio, las asperges blancas ofrecen sus mejores momentos, seguidas muy de cerca por las asperges verdes, cuyo auge se da en mayo y junio. Este periodo relativamente breve no debe asustarnos. Con las pautas correctas, no tenemos por qué renunciar a la compañía de un buen vino blanco, seco y no envejecido en barrica, preferiblemente frutado y con una marcada mineralidad.
En este sentido, es esencial para un buen maridaje descartar por completo los vinos tintos. Su riqueza tánica no hace más que potenciar el amargor de las asperges, desequilibrando el delicado equilibrio de sabores que constituyen este delicioso plato primaveral.
El maridaje perfecto para cada tipo de asperges
El sabor de la asperge blanca es sutil, delicado e intensamente mullido debido a su crecimiento subterráneo. Para acompañarlo, el vino ideal debe ser un blanco sin rastro de barrica, intenso en su aroma y con un toque de tensión. Un sauvignon blanc ofrece un maridaje ideal, ya que sus notas vegetales, frutadas y minerales, junto con su marcada acidez, armonizan a la perfección con este tipo de asperges.
Por otro lado, las asperges violettes son simplemente asperges blancas cuyo cogollo ha brotado por encima de la tierra, adquiriendo el color púrpura que les da su nombre. Su sabor se caracteriza por su sapidez y notas frutadas, así como un ligero amargor. Para compensar este último, un muscat seco de Alsacia o un chenin de Loire encajarían a la perfección.
Finalmente, las asperges verdes son las más tiernas y pronunciadas en su sabor vegetal gracias a su crecimiento a pleno sol. En este caso, un viognier de Condrieu sería la elección más acertada. Sus exuberantes aromas de frutas amarillas y miel, su textura untuosa y su toque de amargor complementan excelentemente bien la asperge verde.
En lugar del viognier, se podría optar también por una marsanne del Rhône. Aunque presenta un menor grado de intensidad, comparte el mismo tipo de aromas con una fina mineralidad, lo que proporciona un maridaje igualmente satisfactorio.
La armoniosa unión entre las asperges y el vino no sólo es posible, sino que eleva a ambos protagonistas a un nuevo nivel de disfrute gastronómico. Estamos ante una magnífica oportunidad de disfrutar de los sabores más auténticos de la temporada primaveral, guiados por la propuesta de vinos ligérienes.