Las vides ya maduras del proyecto Restless River, con toda su esencia única y respetada, son ahora el centro de atención tanto en la viña como en la bodega. En este entorno, donde el cuidado esencial de las vides es la máxima prioridad, prosperan variedades reconocidas como el Cabernet Sauvignon, Chardonnay y Pinot Noir.
El viaje de Craig y Anne Wessels
Craig y Anne Wessels saltaron de sus profesiones anteriores a la viticultura, un camino nada fácil dada su inexperiencia inicial en el sector. Aun así, adqurieron la viñedo en 2004, en la cuenca de Hemel-en-Aarde, una zona emergente como región vinícola por aquel entonces.
A pesar de no tener pensado inicialmente dedicarse a la producción de vino, la finca ya contaba con 5 hectáreas de Chardonnay y Cabernet Sauvignon que fueron plantadas en 1999. Tras moverse para vivir allí en 2008, con el paso de los años, fueron superando los problemas financieros y desde 2012 han seguido expandiendo su producción.
La experiencia como enólogo de Craig es autodidacta. Sus primeros vintages fueron en 2005, en la época en que aún consideraban su trabajo como una especie de hobbie.
Restless River ha evolucionado significativamente desde sus comienzos. La última expansión ha sido un bloque del viñedo justo al otro lado de la carretera de la finca, aumentando la superficie total cultivada hasta las 20 hectáreas. Hoy en día, la distribución de las variedades de uva es practicamente equitativa entre Chardonnay, Cabernet Sauvignon y Pinot Noir.
Un bloque de vides particularmente impresionante es Ava Marie. Este ha producido Chardonnay de alta calidad año tras año. La proximidad del océano, a solo 5 km sobre la montaña, evita problemas de heladas primaverales.
Sea la combinación de experiencias previas, la experimentación autodidacta o simplemente un toque indescriptible de magia, el proyecto de los Wessels en Restless River ha comenzado a ser reconocido y respetado a nivel global. Con una visión clara y una minuciosa atención al detalle, sus vinos hablan de la tierra que los ve crecer y madurar, de un trabajo bien hecho, y del amor por un oficio que, a pesar de sus dificultades, nunca dejan de