La Placeta: tradición, innovación y sostenibilidad en el corazón del Priorat

En lo profundo del Priorat, en la prestigiosa DO Montsant, una bodega familiar está redefiniendo la tradición vinícola con una apuesta por la sostenibilidad y la calidad. La Placeta, gestionada exclusivamente por Mercè Ramos y su esposo Quim, no es solo una bodega; es un testimonio de amor por la tierra, la tradición y el futuro del vino. Desde 2014, este proyecto ha revivido el legado de los vinos blancos en Els Guiamets, una zona históricamente conocida por ellos, pero donde habían quedado prácticamente en el olvido.

Heredamos los viñedos de la familia de Quim, junto con el conocimiento agrícola transmitido entre generaciones. Desde el principio tuvimos claro que queríamos trabajar de manera ecológica y reflejar la esencia del territorio en nuestros vinos”, explica Mercè. Esta visión marcó el inicio de una aventura que, a pesar de su pequeño tamaño, ha tenido un impacto significativo en la región.

Una tierra única para vinos extraordinarios

El éxito de La Placeta no es casualidad; su ubicación en Els Guiamets ofrece condiciones excepcionales. “Nuestros viñedos están plantados en suelos de tipo ‘panal’, formados por depósitos eólicos desérticos. Este tipo de suelo permite que las raíces de las vides penetren profundamente hasta encontrar cal, lo que aporta un perfil único a nuestros vinos: afrutados con un toque salino”, detalla Mercè.

El clima mediterráneo, con veranos cálidos y secos e inviernos moderados, también juega un papel clave. Este entorno potencia la expresión frutal de las variedades que cultivan, entre las que destacan la Garnacha Blanca, Garnacha Gris y el Pansal (Xarel·lo) para sus vinos blancos, y la Garnacha Tinta y la Cariñena para los tintos.

Actualmente elaboramos tres vinos blancos, un rosado, un tinto crianza, un vino dulce y un ranci. Cada uno de ellos cuenta una historia del territorio y refleja nuestro compromiso con la tradición y la innovación”, explica orgullosa.

Un proceso de vinificación donde la tradición se encuentra con la innovación

En La Placeta, cada vino es el resultado de un proceso de vinificación artesanal y meticuloso. “Trabajamos bajo el asesoramiento de Pedro Cabanillas, enólogo y profesor de la Universidad Rovira i Virgili. Él nos ayuda a supervisar cada detalle, asegurándonos de que nuestros vinos sean siempre de la mejor calidad”, comenta Mercè.

Utilizan depósitos de acero inoxidable con control de temperatura y aplican técnicas específicas para cada tipo de vino. Por ejemplo, en los blancos emplean la maceración prefermentativa en frío, lo que potencia su frescura y aromas. Por otro lado, el tinto crianza de alta gama, elaborado con Garnacha Tinta y Cariñena de viñas plantadas en 1960, envejece en barricas de alta calidad que realzan su carácter único.

Queremos que nuestros vinos sean una expresión fiel de nuestras vides y de nuestra tierra. Cada decisión que tomamos está orientada a mantener esa conexión”, subraya.

Celler La Placeta
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Sostenibilidad como filosofía de vida

El compromiso de La Placeta con el medio ambiente es profundo y tangible. “Desde el principio, hemos trabajado bajo las certificaciones ecológicas del CCPAE. Evitamos el uso de herbicidas y productos químicos agresivos y hemos implementado técnicas sostenibles adaptadas a nuestro clima mediterráneo seco”, afirma Mercè.

Uno de sus mayores retos ha sido enfrentarse al cambio climático, un desafío que han abordado con creatividad y pragmatismo. “Hemos instalado un sistema de riego por goteo que nos permite garantizar el agua necesaria para las vides, sin malgastar recursos. Además, ajustamos las fechas de vendimia para adaptarnos a las condiciones climáticas cambiantes”, explica.

Pero su compromiso va más allá del viñedo. La pareja ha recuperado espacios históricos como el Molí de la Bleda, integrando la cultura y la historia de la región en su proyecto vitivinícola. “Queremos que nuestro trabajo no solo beneficie al medio ambiente, sino que también contribuya a preservar el patrimonio local”, asegura.

Estrategias únicas en un mercado competitivo

En un sector donde la competencia es feroz, La Placeta ha encontrado su nicho. “Nuestra diferencia radica en nuestra escala humana y en nuestra conexión directa con los consumidores. Producimos lotes limitados que garantizan la calidad y la exclusividad, y complementamos nuestra oferta con eventos enoturísticos y colaboraciones con otros artesanos locales”, destaca Mercè.

Su apuesta por el vino blanco en una región conocida por sus tintos también les ha dado una ventaja única. Además, han sabido aprovechar el potencial de las redes sociales para construir una comunidad de seguidores fieles. “Compartimos nuestro día a día en redes porque queremos que quienes disfrutan de nuestros vinos sientan que forman parte de nuestra historia”, comenta.

Mirando hacia el futuro: más allá del vino

Con la vista puesta en 2025, La Placeta tiene ambiciosos planes para crecer de manera sostenible. “Queremos ampliar nuestra cartera de productos, ofreciendo novedades sin comprometer nuestra filosofía de pequeña escala”, revela Mercè. También planean convertir El Molí de la Bleda en un referente cultural y gastronómico, atrayendo a visitantes interesados en el vino, la historia y la tradición.

Frente al cambio climático, seguirán apostando por técnicas que garanticen la calidad de sus vinos. “Nuestra prioridad es conservar la acidez y frescura de nuestras uvas, seleccionando variedades y métodos que se adapten al aumento de temperaturas”, detalla.

La esencia del Priorat en cada copa

La Placeta no es solo una bodega; es una declaración de principios. En cada botella, Mercè y Quim han logrado capturar la historia, el esfuerzo y la pasión que definen a Els Guiamets. “Nuestro objetivo es reforzar la identidad de nuestra región como tierra de vinos blancos y demostrar cómo el vino puede ser un puente entre la tradición y la innovación”, concluye Mercè.En un mundo donde la industria vitivinícola tiende a la masificación, La Placeta es un recordatorio de que lo pequeño puede ser inmenso cuando se hace con el corazón. Cada sorbo de sus vinos es un viaje a las raíces del Priorat, un homenaje a la tierra y una promesa de un futuro sostenible.

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