La transformación enológica a través de la gestión del oxígeno
Establecer un vínculo efectivo entre lo técnico y lo tradicional siempre ha sido un desafío. Recientemente, el terreno vitivinícola ha experimentado un verdadero cambio de paradigma gracias a la gestión del oxígeno en los procesos de vinificación. Emplear la cantidad idónea de este elemento implica un notable mejoramiento en la calidad del vino resultante, aportando una nueva dimensión a sus propiedades organolépticas.
Los sabios enólogos tradicionales han sabido siempre que el oxígeno es un actor clave en la vinificación. A pesar de ello, ha demorado tiempo comprender científicamente y de manera precisa qué sucede durante las fases de fermentación y maduración del vino. La respuesta es simple pero vital: el oxígeno actúa como un catalizador en la evolución del producto, influyendo directamente sobre su olor, color y sabor.
Literalmente, transforma el vino. Y no solo eso, también incide en su estabilidad y conservación. Esto significa que a través de la medición y control precisa del oxígeno durante la elaboración y guarda del vino, se puede mejorar significativamente su calidad, a la vez que se obtiene un producto más estable y duradero.
Hoy en día, la gestión del oxígeno no es un vago concepto, sino una realidad tangible en las bodegas. Los avances tecnológicos han permitido encontrar el equilibrio perfecto entre cantidad y momento de exposición. Para ello, se utiliza equipamiento de última generación que permite la medición detallada y el control preciso de la cantidad de oxígeno en cada fase crítica de la vinificación.
¿Qué se busca con esta gestión precisa del oxígeno? En primer lugar, el control de su aporte permite manejar y modular las reacciones químicas que se dan entre el vino y el aire. En segundo lugar, mejora la sensación en boca del vino, dándole una textura más suave y sedosa. Finalmente, puede asumirse como una especie de preservativo natural del vino, prolongando su vida útil.
Este enfoque innovador requiere de la integración de conocimientos tanto enológicos como químicos. Los productores que han apostado por esta técnica han logrado vinos más consistentes, equilibrados y de mayor calidad.
Definitivamente, la gestión del oxígeno ha llegado para quedarse en el mundo enológico, brindando una ventana de posibilidades para la mejora continua de uno de los productos más apreciados a nivel mundial: el vino.